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Pese a que Querétaro ocupa el sexto lugar nacional en calidad de vida, y ha sido por varios años el primero, la entidad registra cifras elevadas en atención médica por violencia familiar, pues de acuerdo con datos de la Secretaría de Salud federal, está en el segundo sitio, sólo detrás del Estado de México, afirmó la activista Estefanía Duarte, directora de Género de la Coparmex Ciudad de México, mientras que la psicóloga Addy Laura Pimentel Bárcenas apuntó que calidad de vida y violencia nada tienen que ver, pues la primera mide satisfactores económicos, sin tomar en cuenta aspectos psíquicos o sociales.
Previo a la realización del foro “Violencias que se hacen invisibles pero se hacen virales” en el auditorio de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), la activista explicó que la calidad de vida en el estado es de lo mejor a nivel nacional, pero hay cifras elevadas de violencia de género.
“Esto no es un nivel general, son los casos que llegaron a los hospitales. En cifras de atención médica con respecto a violencia familiar, Querétaro es el número dos. Ahora, aquellas familias, mujeres, hijas, hermanas que no denuncian, dónde están. Entonces nos traspolamos a la calidad de vida en Querétaro, sexto a nivel nacional, siendo que por varios años ocuparon el primero. Cuando nosotros nos ponemos a dimensionar qué está sucediendo en Querétaro cuando tienes una calidad de vida de las mejores, pero tienes el segundo lugar en violencia”, enfatizó.
El hecho de que una mujer o un hombre estén educados, dijo, no significa su empoderamiento, por eso las autoridades no han hecho visible esta situación, pues cuando se les habla de violencia, no están presentes.
Llamó a las instituciones de Querétaro a actuar y tomar en serio lo que sucede en su comunidad, pues no se trata del acceso a la educación o al trabajo, no sólo es la calidad de vida, “se trata del respeto y la conciencia a la diversidad y sobre todo al empoderamiento de las mujeres. La educación no nos garantiza una libertad”.
Por su parte, la también coordinadora de CreSer, Addy Laura Pimentel Bárcenas, explicó que la calidad de vida y la violencia familiar no son directamente proporcionales.
“La calidad de vida en nuestro país se mide muchas veces por cuestiones socioeconómicas, por el nivel de ingresos, sin embargo las relaciones socioemocionales son las que se encuentran empobrecidas en nuestro estado. Como estado nos falta apostarle más al trabajo emocional, al trabajo social para que la calidad de vida no se mida sólo con factores económicos”, apuntó.
La especialista explicó que este fenómeno debe de llamarse violencia familiar, pues se perpetua por medio del lenguaje, a través de los medios de comunicación, en lugares comunes de la sociedad.
Incluso, antes en este tipo de casos los policías no podían hacer nada al respecto porque al interior de la casa ya no les correspondía actuar.
Agregó que en la mayoría de los casos son los hombres quienes ejercen este tipo de violencia en la sociedad, pues tiene una connotación cultural, donde se entiende que las mujeres son utilizadas como un valor o una propiedad de los varones.
Lo fundamental para terminar con este fenómeno sería empezar a reconocer que existe una diferencia de género, que aún hay muchas mujeres que no tienen acceso a oportunidades de trabajo y educación como los hombres. Y aunque se han logrado avances como reconocer que el tema de género no sólo tiene que ver con las mujeres, sino también con los hombres, aún falta dejar claro cómo el machismo afecta a ambos géneros.