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A unque la Feria de la Barbacoa y el Pulque dura cuatro días y el fin de semana es cuando llega a la comunidad el mayor número de visitantes, para los habitantes de Boyé la celebración no puede despegarse del motivo por el que comenzó: el festejo al santo patrono de la localidad, San Antonio de Padua.
La religión está muy presente en la fiesta, pues el corazón del evento es la pequeña iglesia levantada en el lugar donde –según cuenta la tradición– se apareció el santo en un organal. Alrededor de la capilla, decorada profusamente con papelitos de colores y flores, se despliegan los puestos y la vendimia que atraen a los visitantes hasta este pequeño punto del semidesierto queretano.
Los responsables de que la iglesia luzca atractiva y quienes coordinan las actividades religiosas que tienen lugar a lo largo de la semana son los mayordomos; doce familias voluntarias que sirven a la capilla y a su santo sólo por el gusto de hacerlo.
El día de su boda, Luz del Carmen Ocampo Martínez inscribió su nombre en una lista para en algún momento ser convocada a ocupar una mayordomía. Veinte años después, por fin le ha tocado el honor, dice.
“Todas las familias, dependiendo del año en que se van casando es como les va tocando apoyar a la iglesia y ser mayordomos por un año. Nosotros recibimos el 1 de diciembre y terminamos el 31 de diciembre”.
“Hay familias que se han ido casando y así se van anotando en la lista, para que algún día les toque servir. Hay otras que se les hace la invitación y dicen que ese año no pueden aceptar todo lo que conlleva ser mayordomos, pero a lo mejor para el próximo sí”, dice la señora Luz del Carmen mientras coloca en el altar un mantel de color púrpura.
Entre las actividades que realiza la mayordomía se encuentran decorar y acondicionar la pequeña iglesia; cuidar de la imagen del santo, porque, afirman, acude mucha gente a visitarlo; además están atentos para recibir las pequeñas procesiones que, desde el miércoles, llegan a la iglesia a dejar sus imágenes de San Antonio para que sean bendecidas.
“Viene mucha gente con mandas, con promesas y agradecimientos para nuestro santo patrono”, señala la mujer y apunta que hay que estar al tanto de la celebración de las misas, el alba de cohetes y recibimiento de las cabalgatas.
Los barbacoyeros de Boyé, aunque están muy ocupados preparando las hornadas y recibiendo a los clientes, no se olvidan de su santo. Incluso dicen, les hace el milagro de que estos días se siente un ligero fresco en el aire que propicia la venta de su platillo, pues con el frío la barbacoa se consume más que con el calor.
“Si hace frío la gente viene con más ganas de echarse un consomé. San Antonio nos cuida tanto que nos manda estos días frescos y mucha gente para celebrarlo”, indican.