Más Información
La explanada de la Rectoría de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) fue invadida por monstruos, pero nadie huyó, todos los admiraban. Los estudiantes de esa casa de estudios se dieron cita para ver el quinto Concurso de Alebrijes, en el cual participó la comunidad de bachillerato de esa casa de estudios.
Los jóvenes aguantan los rayos del sol. Algunos, previsores, colocan carpas sobre sus creaciones para protegerlas.
Están presentes alumnos de los planteles de bachillerato de la UAQ. Los representantes del campus Concá llegan tarde, por lo que el jurado debe de regresar a su lugar para calificar su trabajo.
José Francisco Coronel Ortiz, presidente del jurado del quinto Concurso y Exposición Colectiva de Alebrijes 2018, explica qué toman en cuenta para calificar el trabajo de los jóvenes: La originalidad, es decir, que la pieza no tenga ninguna influencia televisiva o cinematográfica y que sea producto de la imaginación de los autores.
“En segundo lugar, calificamos que los materiales sean los especificados en la convocatoria, y en tercero calificamos el acabado, desde luego la terminación de la pieza que incluye la pintura.
“Asimismo se toma en cuenta la explicación que los participantes suelen dar de los materiales, el proceso y elaboración de la pieza”.
El también maestro cartonero, que cuenta con su taller Sueños de cartón, en el barrio de Hércules, precisa que la respuesta de los jóvenes bachilleres de la UAQ es positiva, pues ve en sus trabajos mucha imaginación, aunque se detecta una falta de técnica, algo natural, pues los chicos no tienen todos los conocimientos de la cartonería tradicional mexicana.
La pieza llamada Citlalcoátl (Serpiente de las estrellas), marcada con el número 58, fue hecha por alumnos de la Prepa Norte, explica Abigail Sámano, una de las creadores del alebrije. Explica que se inspiraron en un boceto de una rana hecho por una de sus compañeras. Indica que se tardaron 14 días en elaborarlo todo.
Dedicación
Dice que diariamente le dedicaban entre cuatro y cinco horas a la elaboración de la pieza, “luego nos tomamos más tiempo en hacerlo y a partir de eso fueron tres días completos fabricándolo, casi 12 horas al día. Está hecho de engrudo, cartón y pinturas. Nos tardamos dos días en pintarlo. Realmente nuestro grupo [35 personas] se unió y lo pudimos terminar a tiempo”, asevera.
Abigail subraya que cuando lo vieron terminado “se enamoraron” del alebrije. Esta es la primera vez que participan en el concurso, pues hace un año ya no se alcanzaron a organizar, quedando fuera del certamen.
Se escucha música de todo tipo, desde los clásicos de Guns and Roses, hasta Soda Stereo, o bandas más recientes como Foster the people, hasta reggaetón.
El ambiente es festivo
Entre los jóvenes que acuden a ver la exposición de vez en cuando se escucha el grito de alguna chica o chico que vende raspados, paletas, o agua, pues una parte esencial de la exposición es el área de comida, donde se ofrecen diferentes productos para hacer más amena la espera, pues la premiación se realizará hasta la tarde.
Los miembros del jurado pasan a cada una de las piezas, toman medidas, fotografías y escuchan las explicaciones que dan los creadores sobre el proceso de elaboración de los alebrijes.
Esmeralda León Pineda, de figura menuda y voz suave, explica que junto con sus compañeros estudia en el campus Amazcala, en el municipio de El Marqués y que su alebrije se llama Cabusq.
Cabusq, indica, “es un convertidor de almas, se lleva el espíritu de las personas. Su cabeza de búho le sirve para vigilar a todo el mundo. Las alas de quetzal le sirven para tomar el espíritu de las personas y los pone en su cola, la cual toma forma de serpiente. Puede cambiar de forma, figura, color, todo depende de la fuerza que haya tenido la persona en vida”, abunda.
Para fabricarlo, dice Esmeralda, usaron alambre y carrizo, al tiempo que muestra las fotografías tomadas por el equipo durante el proceso de creación. Ambos materiales, agrega, se cubrieron con periódico hasta darle forma, para luego usar papel craft. Añade que para hacer las cabezas de serpientes que rematan la cola de Cabusq usaron plastilina.
“Todo es inventado, desde el nombre hasta la forma. Por ejemplo, el nombre Cabusq, viene de “ca” de cabeza, “bu” de búho, “s” de serpiente y “q” de quetzal”. Explica que Cabusq se lleva las almas de los niños que mueren antes de cumplir cuatro lunas. Los recoge para transportarlos a un prado verde con un lago cristalino, los sumerge y salen en forma de mariposa.
Apunta que en la elaboración de Cabusq participaron 44 personas, tardaron un mes y medio en hacerlo, dividiéndose en equipos para hacer las piezas. Añade que todo su equipo ayudó en la elaboración, todos aportaron ideas, colores, todo hecho por ellos mismos, dedicando toda la mañana y ya entrada la tarde en su elaboración.
Esta es la primera vez que participan en el concurso de alebrijes, pero la experiencia en competencia la tienen, pues el grupo de Esmeralda participó el año pasado en el concurso de altares de muertos donde ganaron el primer lugar, recursos que usaron para comprar el material para hacer su alebrije, aunque muchos maestros también aportaron materiales para su elaboración.
Poco importa el resultado para la mayoría de los participantes. El hecho de ver materializado algo que imaginaron, en lo que se esmeraron y trabajaron en equipo es suficiente reconocimiento, además de un motivo de alegría.