Nuestros proveedores son artesanos queretanos. La verdad, hay mucho talento en Querétaro”, afirma Adrián Romero Loyola, quien atiende el local de su padre en el mercado Escobedo, donde vende molcajetes, prensas para tortillas, hornillas, jaulas para aves, todo hecho por manos locales y de manera tradicional.

A pesar de que es lunes y, de acuerdo con Adrián, no hay mucho movimiento de clientes, el flujo es constante. En menos de media hora vende dos jaulas, una prensa para tortillas y una mano de molcajete. Todos productos artesanales de proveedores locales.

El negocio de Adrián es de ferretería y productos del campo, como machetes, picos, palas, herramientas de albañilería, pero parte importante de su negocio son productos para el hogar.

Una docena de jaulas, también parte de la proveeduría local, decoran el negocio. Una joven mujer se acerca a pedir precios de las mismas. Piensa un poco y dice que regresa en un rato. Así lo hace, decidida a comprar la jaula. Adrián le muestra varios modelos de precio más o menos similar, pero con diferente diseño.

Negocio redondo. Dentro de cada jaula vienen los aditamentos para las aves: palos y recipientes para agua y comida. “Aquí, los fines de semana, andan los pajareros. La gente les compra las aves, a nosotros nos compran las jaulas y dentro del mercado compran el alpiste para los pajaritos. Todos ganamos”, abunda.

La joven mujer se decide por una jaula. Paga por ella y se retira. Una compra más rápida fue la hecha por una pareja, quien sin pensarlo mucho pide el modelo más grande, lo paga y se marcha.

La forma en la que están distribuidos por productos hace que lo primero que vea el cliente sean los molcajetes. Los hay de distintos tamaños, desde unos de 10 centímetros de diámetro, hasta un gran molcajete en forma de marranito, incluida la cabeza y la cola. Una obra de arte.

Señala que venden productos con los cuales las personas pueden hacer su comida desde los primeros pasos, como moler el maíz, para lo cual venden molinos, hasta prensas para hacer las tortillas, incluyendo las hornillas, donde podrán cocinar las tortillas y la carne, pasando por el proceso para preparar la salsa en los tradicionales molcajetes.

“A lo mejor preparar los alimentos así es más laborioso, pero es más sano, más sabroso y se transmite ese tipo de cosas a las nuevas generaciones”, explica.

Comenta que en el caso de los molcajetes muchos de los artesanos dedicados a ello se enfrentan a diferentes problemas, pues de inicio deben de contar con una mina donde poder sacar la piedra negra, materia prima para el producto.

“Muchas veces se les van cerrando las oportunidades de poderla extraer. Luego no es muy rentable para poder hacer esa actividad, y de plano emigran. Los que quedan, los artesanos que quedan, están en El Marqués, y principalmente son los que surten a los locales del mercado. Son talleres que tienen generaciones, abuelos, padres e hijos. Todavía hacen el trabajo a mano”, indica.

Molcajetes artesanales. Adrián Explica que la venta de molcajetes a la semana es relativamente buena, pues dependiendo de los tamaños vende alrededor de 15 a la semana. El más común es el mediano, de 20 centímetros de diámetro. No son caros para el trabajo que los artesanos hacen, pues son muchas horas de labor, desde extraer la piedra, hasta darle forma.

Subraya que para el caso de los molcajetes, él va a comprarlos hasta la comunidad donde los hacen, en La Piedad, El Marqués, pues para que el proveedor vaya a dejarlos hasta el mercado es pesado. También vende metates, pero eso es más complicado de hacer, pues el artesano debe encontrar un bloque de piedra grande para poderlo trabajar, ya que está hecho de una pieza.

Otro producto que aún es muy típico y que la gente busca son las prensas para tortillas, así como las hornillas. Las prensas y los molcajetes experimentan una revaloración por parte de los clientes, señala, principalmente por la migración de estados del norte del país.

“Mucha gente que viene a Querétaro viene del norte y quieren prensa para tortilla de harina, que son más grandes. Esa mezcla (de costumbres) hace que resurjan ese tipo de productos. Nos está ayudando que venga gente de otros lados. Viene gente de la costa que busca comales para hacer discadas, para preparar pescados. Aquí en Querétaro se hace, pero más en Semana Santa. Ahora hacen (estos platillos) todo el tiempo”, precisa.

Todos esos clientes hacen que busquen este tipo de productos, pues la demanda es mayor. Incluso dice que restaurantes de los más reconocidos de Querétaro acuden a su local para comprar molcajetes, los cuales usan para decorar sus mesas o, en ocasiones, servir los alimentos, dando un toque muy tradicional a los mismos.

En la licuadora no sabe igual. Al local llega Margarita Ortiz Gómez, residente de Santa María Magdalena, quien pregunta a Adrián el costo de las manos del molcajete. Dice que ella aún hace sus salsas de la manera tradicional, como le enseñó su madre, moliendo todo en el molcajete.

“La salsa en licuadora como que no sabe igual. Luego siempre ando con mi suegra pidiéndole la mano del molcajete, y siempre da pena andar consiguiendo. Pero yo siempre acostumbro mis salsas en molcajete, y no me diga más en día domingo, que hago mis tortillas, mi salsa de molcajete, para la barbacoa y el consomé… y para qué le digo”, subraya la mujer.

Margarita ríe cuando dice que ya se le hizo agua la boca de pensar en las salsas que preparará de manera tradicional en su molcajete, artículo que lejos de desaparecer sigue vigente y vivo, a pesar de la competencia de electrodomésticos que hacen las labores del hogar más sencillas y rápidas.

En el rubro de la ferretería hay también productos puramente artesanales, como las planas de madera, hechas de mezquite y de una pieza, en algunas comunidades de la Sierra Gorda.

Con las nuevas políticas ambientales los artesanos deben de respetar la tala de árboles, por lo que estos productores tradicionales deben de someterse a las nuevas reglas de operación y explotación sustentable de los bosques.

Adrián puntualiza que todavía en los mercados de la ciudad se busca rescatar la artesanía funcional, productos que décadas atrás eran indispensables en la cocinas queretanas y que ahora tienen un nuevo renacer, gracias, en parte, a la nostalgia y que sirve, además, para enseñarles a las nuevas generaciones cómo se cocinaba tradicionalmente.

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