Desde la cinco de la mañana, los aficionados de los Gallos Blancos comenzaron a llegar a las taquillas del Estadio Corregidora para apartar un lugar que les permita ser de los primeros en comprar boletos para la final de la Copa MX, que se llevará acabo el próximo 2 de noviembre.

Con casas de campaña, cobijas, chamarras, algunos refrescos, golosinas y panecillos, los fieles aficionados el equipo de futbol se disponen en las taquillas del Corregidora, para asegurar los boletos que les permitan presenciar la final, que de ganar el cuadro queretano sería histórica.

Personal de seguridad del inmueble coloca vallas de seguridad para evitar que la gente se aglomere en las taquillas y que se pierda el orden al momento de la compra.

Los guardias bajan hasta las escaleras a los aficionados, para tratar de conservar el orden, situación que se complicará más cuando sean más los hinchas que quieran un boleto para el pártido que se prevé realizar el miércoles 2 de noviembre.

El aire frío golpea en el rostro de los fieles seguidores de Gallos Blancos, aquellos que se quedarán, que permanecerán en el estadio cuando los Volpi, los Villa, los Benítez, los Sanvezzo dejen al equipo, cuando tengan una oferta nueva o, por lógica, busquen nuevos y mejores horizontes en búsqueda de su crecimiento profesional.

Luis Enrique García García, de sólo 14 años, estudiante, es de los primeros en la fila, será de los afortunados que tendrá en sus manos algunos de los boletos de la final.

Señala que espera sus boletos, pues en la final de la Liga MX de hace más de un año, ante Santos Laguna, no alcanzaron boletos, a pesar de estar presentes y reservando su lugar.

Optimista, apunta que espera que entre sábado y domingo comiencen a vender los boletos para el partido, aunque primero será para los abonados del club y, luego, para el grueso de la afición, aquella representada por los ya cientos de aficionados que durante el día se fueron sumando a los que llegaron en la mañana, los privilegiados que tendrán un lugar, si corren con suerte.

Luis Enrique explica que se quedará todos estos días en el estadio, turnándose con sus familiares, que suman 10, “en la tarde uno, en la mañana otro, así consecutivamente”.

El joven estudia la secundaria por la tarde y será relevado a mediodía. Antes de irse, le pide a los jugadores del Querétaro “que se rompan la madre en la final, que dejen en la cancha todo, que se entreguen”.

Indica que la afición por el Querétaro la siente desde niño, a raíz de su abuelo, que los llevaba de niños a ver el futbol; incluso va a los partidos de visitante del equipo. “Nosotros, mis primos, organizamos el viaje. Los sacamos y allá compramos los boletos”, asevera.

10 boletos para los primos y sobrinos. Santiago Cruz llegó a las 9:00 horas, como relevo de su sobrino, y no sabe a qué hora llegarán a suplirlo, ya que é también se tiene que ir a trabajar y comer.

Empleado de la construcción, dice que como está “baja la chamba” tuvo tiempo de acudir al estadio.

Asevera que los boletos son para sus sobrinos y primos, quienes quieren estar presentes en la final de la Copa MX, la cual dará la oportunidad al equipo queretano de buscar participar en la Copa Libertadores.

Originario del municipio de Cadereyta, explica que la afición de los Gallos Blancos se merece un título por el apoyo y sacrificio que hace por estar cada 15 días con ellos.

Abrigado con dos chamarras, el hombre añade que, luego de años de decepción con malos resultados y manejos de los directivos, los aficionados merece un título.

Santiago Cruz comenta que el sacrificio no sólo es por aguantar el frío y la lluvia, sino además es económico, pues también pesa al momento de comprar los boletos.

El cielo se nubla y el viento se vuelve en segundos más frío, haciendo que los fieles seguidores de Gallos Blancos encojan los hombros y metan las manos en los bolsillos de los jeans o las chamarras, prendas que al medio día son insuficientes para aguantar las temperaturas de esa hora y para la noche serán inútiles.

La mayoría de quienes están ahí se conocen, son grupos de amigos que acuden, que tienen experiencia del año pasado, de la final contra Santos Laguna. Son pocos los “lobos solitarios” que se aventuran a estar sin compañía en esta labor.

Amigos desde la infancia. Martín Barrera y Diego Villa, de 18 y 21 años de edad, respectivamente, se conocen desde niños y son amigos desde hace mucho tiempo, pues crecieron juntos en el municipio de Colón, de donde llegaron buscando oportunidades de trabajo hace cinco años.

Ambos se dedican a la construcción, son chalanes, y llegaron desde muy temprana al Corregidora hora para tener boletos para la final.

Ambos jóvenes comparten una cobija, que les hace objeto de algunas bromas sexistas, que en algunos causan risa y en otros un gesto de desaprobación, dicen que quieren comprar al menos 10 boletos.

Precisan que los sacrificios económicos y físicos valen la pena, con tal de ver a los Gallos Blancos disputar un final de la Copa contra un equipo grande, como las Chivas.

Ambos dejaron sus actividades laborales por estar en los primeros lugares para obtener boletos para la final, mientras ríen.

Ambos tienen familias numerosas; en el caso de Diego, al ser el mayor de sus hermanos, tuvo que dejar los estudios para trabajar y cooperar en los gastos de la familia.

Mientras que en Martín estudió hasta el bachillerato y luego buscó trabajo, a pesar de ser uno de los hijos menores de su familia.

Los aficionados se multiplican conforme pasan las horas. La noche cae en Querétaro y muchos se preparan para un tiempo que se advierte será frío. La madrugada será el momento más complicado, pero cuando llegue, faltará menos para tener un boleto para la final, la segunda de Gallos Blancos en poco más de un año.

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