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La llegada del internet a las viviendas y la proliferación de los teléfonos celulares entre la población son factores que han propiciado que los negocios de cibercafés, pierdan el auge que representaban en un inicio.
Aunque estos establecimientos persisten, su permanencia como un negocio rentable, aún está a discusión entre algunos de los usuarios y los mismos encargados.
Daniel Martínez atiende un cibercafé muy cerca del mercado La Cruz. Hace poco más de un año, entró a laborar a este lugar con la intención de encontrar un empleo más relajado, luego de trabajar en un bar.
Además de contar con ocho computadoras, el establecimiento atendido por Daniel, tiene cuatro impresoras que se han convertido en el principal motor del negocio. Los estudiantes de una escuela de inglés ubicada en las cercanías y abogados que laboran en la zona—y que necesitan imprimir demandas o litigios— son los principales clientes.
En su mayoría, el tiempo que tardan los usuarios en las máquinas, es lo equivalente a abrir el correo electrónico e imprimir un par de hojas. Sólo en dos ocasiones Daniel ha visto que las computadoras se han utilizado por cuatro horas consecutivas. Al día, señala, recibe alrededor de 50 a 100 clientes.
Daniel asegura que difícilmente estos establecimientos desapareceran.
El aumento de teléfonos celulares y la posibilidad de navegar en internet desde estos equipos, no son razón suficiente para que los cibercafés se extingan.
—¿Crees que todavía sigan los cibercafés?—
“¡Claro! Aunque hay gente que tiene celulares, iPhone, no los saben utilizar. No es algo económico, hay gente que tiene dinero y no sabe de máquinas. La mayoría de la gente no sabe imprimir y no van a aprender porque no tienen tiempo o no quieren”, agrega.
Desaparición, un riesgo latente.
—¿Asistes a los cibercafé?—
—No—, responden un par de estudiantes universitarios que transitan por las calles. Uno de ellos, Javier, no le ve caso asistir a estos sitios. En su casa hay una impresora y además, tiene un celular. Considera que en algún momento, estos negocios desaparecerán al volverse obsoletos.
Jesús Saldaña, un hombre de 60 años, considera que estos sitios tardarán mucho tiempo en desaparecer: “Me quede en una época en la que el teléfono no se usaba para ingresar a internet, entonces no lo utilizo para eso. Ahora con los servicios de teléfono y que ya tienes red en las casas, ya no es rentable un cibercafé, sólo he visto que funcionan los que están cerca de las universidades porque los muchachos tienen que hacer tareas pero fuera de eso, han cerrado muchos”.