Al menos cinco puertas de seguridad hay que atravesar para llegar al área de esparcimiento en el Centro de Reinserción Social (Cereso) varonil de San José el Alto; un centro que tiene mil 617 reclusos, pero no todos pueden participar de las actividades de Semana Santa.
Rostros de jóvenes y viejos que comparten un espacio común, diferentes caminos que los llevaron a vivir en el mismo lugar. En la iglesia del Cereso están 130 personas privadas de su libertad (PPLS como les dicen las autoridades).
Son 130 historias en un recinto eclesiástico, todos se ganaron su lugar por tener buen comportamiento; 80 de ellos participan directamente de los oficios religiosos de la Iglesia católica, 50 más suben al segundo piso ataviados con túnicas de color café y cuello dorado que ellos mismos hicieron.
Doce son los más afortunados, los que lograron obtener la representación de los apóstoles, esos que acompañan a Jesús de Nazaret en su misión evangelizadora, de acercarse a Dios.
Es el séptimo año consecutivo que el obispo de la Diócesis de Querétaro, Faustino Armendáriz Jiménez, oficia la misa y lavado de pies en un espacio donde sus habitantes requieren de toda la paz y amor de dios.
El lavatorio de pies es un pasaje de la Biblia que se vive en la Semana Santa, mencionó, en las horas previas a la crucifixión de Jesús.
La celebración de la Semana Santa es un tributo al mandamiento del amor, a ayudar y preocuparse por lo demás, “Dios nos dijo ‘ámense los unos a los otros’ eso es lo que representa la Semana Santa, una celebración al amor, el amor a dios y a los demás”.
Algunos están en la celebración del Jueves Santo con el arrepentimiento a cuestas, pero con el mensaje de amor de que están perdonados y redimirse ante sus familias y la sociedad.
Ese es el mensaje que lleva el líder de la Iglesia católica a los fieles del Cereso, les recuerda que “las leyes del hombre son distintas, la ley de Dios es una ley de amor”.
“Donde quiera que estemos, aún recluidos, el Señor nos perdona, nos perdona totalmente, es borrón; no es como ‘perdono, pero no olvido’, no tiene casos vivir así, mejor vive con la paz en tu corazón”.
En la homilía, el obispo queretano recordó que la escena que protagonizó Jesús en el lavatorio de pies, es un mensaje de humildad para invitar a todos a servir al prójimo.
“Por eso un sacerdote no hace nada extraordinario cuando va a las periferias, cuando entrega su vida, eso es lo que Jesús nos pide atender, lavándoles a otros los pies, por eso esta acción es simbólica, es significativa, es una acción de servicio, lavarles los pies le correspondía a los sirvientes”, señaló.
Llegó el momento de comulgar, decenas de ellos se forman en dos filas para recibir simbólicamente el cuerpo de cristo, mientras en dos capillitas, otros sacerdotes confiesan a los fieles que decidieron contar sus pecados.
Al atrio llegan las ofrendas de pan, alimento hecho por los propios internos; bendecido por el obispo y repartido al final de la ceremonia.
Según datos del sistema penitenciario, más de 50% de la población del Cereso en San José profesa la religión católica, otros más son cristianos y un porcentaje menor a 20% pertenecen a comunidades de diversas creencias.
Al concluir la misa, el obispo se dirige a la plaza en donde los internos tienen la zona de convivencia familiar, en donde se realiza la escenificación de las tres caídas, que resulta una tradición en la fe católica.
Para los PPLS, vivir la Semana Santa es mantener su fe, pero también salir de la rutina; las leyes penitenciarias los tienen purgando penas para pagar sus delitos, mientras que el espíritu —al mismo tiempo— depura sus pecados mantenimiento las tradiciones que son iguales a estar en libertad.