“Lo que queremos es que las personas sordas crezcan como personas bien formadas en el sentido social, cognitivo, emocional, sicológico y luego lograr una inclusión verdadera a través del aprendizaje de la lengua de señas por parte de la sociedad”, dice Jesús Enrique Díaz Chávez, director general de Latido Sordo Asociación Civil, quien pugna por la inclusión de la comunidad de personas sordas de Querétaro.
Señala que Latido Sordo se fundó en 2018. Acabamos de cumplir seis años. Nos fundamos antes de que empezará la pandemia. Empezamos a trabajar en proyectos para la inclusión de las personas sordas.
“Con la pandemia nos dedicamos a promover, a través de redes sociales, la lengua de señas. También empezamos a impartir talleres y hemos estado creciendo”, explica.
Indica que su objetivo es crear proyectos a favor de la inclusión de las personas sordas, en ámbitos sociales, laborales, educativos sobre todo, donde -reconoce- hay mucho trabajo por hacer para tener una sociedad realmente inclusiva.
En Latido Sordo actualmente hay un equipo conformado de personas sordas y oyentes de 15 personas que trabajan en diferentes proyectos. El principal es el escolar, llamado Escuela Colaborativa para Estudiantes Sordos, en el cual laboran cuatro maestros sordos, con licenciatura en Inclusión educativa, en donde trabajan con las escuelas que tienen en sus plantillas a estudiantes sordos, para reforzar su educación.
“Nuestros alumnos sordos, de nivel primaria, van en la mañana a sus escuelas, a sus CAM, Centros de Atención Múltiple y en las tardes vienen con nosotros, donde les damos alimentos y posteriormente continuamos con el programa de reforzamiento académico, a través de la lengua de señas: en sus escuelas tienen docentes que se han esforzado en aprender lengua de señas, pero son oyentes.
“Nosotros aquí trabajamos bajo un modelo de educación bilingüe, bicultural. A nivel mundial está reconocido como el que mejores resultados arroja para la formación y desarrollo de los niños sordos. Entonces bajo ese modelo reforzamos su educación”, abunda Enrique.
También trabaja, explica, en reforzar a la comunidad sorda, en el liderazgo de los jóvenes. De hecho, recientemente tuvieron su campamento anual de liderazgo para jóvenes sordos, donde se fueron durante cuatro días a un lugar sin señal de telefonía celular, donde tuvieron actividades para reforzar su liderazgo, trabajo en equipo, adaptabilidad, comunicación.
En esta dinámica no sólo contaron con la presencia de personas sordas de Querétaro, pues también asistieron de otros estados de México, que participaron estas actividades que están encaminadas a reforzar también la autoestima de las personas sordas y reforzar sus lazos como comunidad.
El principal reto que tienen las personas sordas es la barrera de comunicación que existen, pues se vive en una sociedad mayoritariamente oyente que se comunica de manera oral. Sin embargo, las personas sordas, en su mayoría no desarrollan la comunicación oral, sino la lengua de señas, que es una lengua tan completa como las orales, pero el problema es que la mayoría no la conoce.
Es en esta situación cuando una persona señante (que se expresa a través de la lengua de señas) a veces no puede acceder a servicios tan básicos como abrir una cuenta bancaria, ser atendido por un médico de manera independiente, pues siempre necesitan de una tercera persona para hacerlo, ya sea de un familiar o un interprete, pero en este último caso ya es un servicio que las mismas personas deben de pagar.
“Muchos de esos niños, hasta los seis años, cuando los padres dicen que no aprendió hablar, los mandan a una escuela para niños sordos y apenas tienen el acceso a la lengua de señas tarde”, enfatiza.
Comenta que los primeros cinco años de vida son esenciales para el desarrollo lingüístico. Si un niño no desarrolla una lengua en esos primeros años el cerebro pierde esa habilidad para aprender un lenguaje de manera fluida. Cuando crecen enfrentan problemas para entender conceptos muy abstractos, su comunicación es confusa y desorganizada, lo que se ve reflejado en su actividad académica, que no es la óptima.
“Por eso, como asociación, estamos luchando para que se respete el derecho de los niños sordos a tener acceso a la lengua de señas, como la única que pueden aprender de manera natural y espontánea. Si el niño sordo tuviera modelos lingüísticos que sepan lengua de señas, de manera natural aprenden a comunicarse”, subraya.
“Sin embargo, eso no siempre da resultados, pues resulta inútil, porque la persona sorda no tiene la preparación adecuada para desenvolverse en un trabajo o que implique habilidades más complejas, porque tuvo esa privación en su educación desde pequeño. El principal reto que tenemos es que el niño sordo se desarrolla de manera adecuada y crezca como una persona preparada; el segundo reto es que la sociedad lo incluya, que la mayoría de la sociedad aprendiera lo básico de la lengua de señas”, puntualiza.