Son las 7:45 horas. Las avenidas están con gestionadas de personas que quieren llegar pronto a la escuela de los hijos o a sus trabajos. De pronto, un hombre en una camioneta cambia de carril, provocando la furia del conductor de otra camioneta y que utiliza el claxon para dejarle un recordatorio familiar.
El hombre de la primera camioneta se detiene y baja de su unidad. El segundo hombre también baja y se enfrascan en una pelea. Los otros conductores tocan los claxones de sus coches para que avancen. Ahora, todos van tarde y nadie llegará a tiempo a sus destinos.
Esta escena es cada vez más frecuente en la ciudad de Querétaro debido al crecimiento demográfico de la zona metropolitana y, por ende, del parque vehicular que usa las mismas vialidades. pero que son ocupadas por más y más automóviles particulares. Los conductores están más propensos a perder la cabeza y ser agresivos con otros automovilistas, algo que hasta hace unos años era impensable para Querétaro.
Sergio Olvera León, vocero del Observatorio Ciudadano de Movilidad, señala que esta violencia vial ocurre cuando los automóviles saturan las vialidades.
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“La publicidad de los autos nos promete libertad, nos promete avanzar sin obstáculos, y la verdad es que hace muchísimos años, sobre todo en ciudades, que esto no sucede. Entonces esto desencadena internamente procesos que tienen que ver con la ansiedad, con el estrés, y el ánimo de lucha, porque a mí me dijeron que iba a llegar rápido en mi coche y como no puedo, la culpa es de los otros.
“Eso nos lleva a estas estadíos emocionales que tienen que ver con el conflicto. Antes esto no pasaba en provincia. Se decía que era cosa de la Ciudad de México, pero es por lo mismo, por el número de autos (en aumento) que ya no me permiten circular”, indica.
Eso, apunta, no está bien que suceda, pero si se atiende a la sicología y otras ciencias afines, es el resultado esperado.
En avenida Universidad un hombre circula en un vehículo rojo, avanza por el carril de la izquierda. Atrás una pareja viaja en su automóvil. El hombre quiere cambiar de carril, pero el auto de la pareja viene muy cerca y no puede frenar. El hombre del auto rojo regresa a su carril y cambia de carril atrás del coche de la pareja. El individuo cambia hasta el carril de extrema derecha y cuando pasa al coche de la pareja voltea de manera retadora a ver a los ocupantes del segundo vehículo, y grita algunos insultos que la pareja de jóvenes no escucha, pues llevan los vidrios arriba.
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Olvera León precisa que más allá de las campañas que pudieron llevar a cabo las autoridades, estas conductas tienen más que ver con el estilo de vida. En teoría, explica, se debe de trabajar ocho horas, ocho horas de ocio y ocho de sueño, pero eso no pasa, pues las jornadas laborales son más extensas y los traslados son cada vez más prolongados, pues las viviendas se construyen lejos de los centros de trabajo, quitando calidad de vida.
“Es un problema bastante complejo. Ninguna ciudad realmente lo ha solucionado. Hay algunos elementos que podrían ayudar, pero es una situación sistémica. Las campañas, claro que ha habido, hay continuamente, aunque no son permanentes. Eso del uno a uno que, curiosamente, sólo aplica para los coches, y yo que no tengo auto y uso la bicicleta o camino y hay una fila de coches, no me ceden el paso, aunque sea visible. Los conductores no respetan a los peatones, aunque los reglamentos de tránsito lo digan”, refiere.
“Es un asunto más de sicología, de tener un arma en las manos y de sentirnos poderosos. Si esto no existiera, seríamos más conscientes, seríamos más amables con la gente. No es problema exclusivo de Querétaro, es algo que asola a cualquier ciudad que tiene este gran número de vehículos”, precisa.
En ocasiones el desconocimiento del reglamento de tránsito provoca arrebatos violentos en los conductores. Por ejemplo, en muchos cruceros de la ciudad no están permitidas las vuelta continua a la derecha, pero muchos automovilistas dan por un hecho que en todas esquinas es así, sin observar la señalética que así lo indica.