En un local que ha crecido conforme se ha desarrollado este comercio, día a día, cientos de paseantes detienen su camino en este establecimiento de comida. Un negocio que confía en la honestidad de sus clientes.
En los tacos de Las Vías, no hay meseros, es un especie de buffete de tacos, donde lo único que hay que hacer es tomar un plato, formarse para tomar cuanta tortilla aguante el estómago, pasar a las más de 15 cazuelas con guisos y de paso a los molcajetes con las diversas salsas.
No hay límite de cantidad ni de tiempo, sólo lo que el comensal resista o tenga la voluntad de dejar de comer. Pero, ¿cómo van a hacer la cuenta si nadie estuvo contando los tacos, guajolotes, gorditas, enchiladas que se hayan comido? Nadie preguntó, nadie tomó orden. ¿Quién y cómo harán la cuenta?
Regina, una de las trabajadoras de este lugar, justo la que cobra, dice con una naturalidad, “nosotros confiamos en la honestidad de los clientes”.
Entran y entran más parroquianos, más familias que llegan, ocupan una mesa y hacen fila en cada una de las islas en las que se despachan los antojitos.
Una familia de más de 10 integrantes toma una de las mesas más grandes, se sientan y como si esperaran la señal de arranque comienza el desfile. De los 10, siete de ellos se formaron en la fila de los tacos, cada uno tomó dos platos con cuatro tortillas cada uno, pasaron a las cazuelas y tomaron de todos los guisados.
El resto se dividió entre los guajolotes y las gorditas, refrescos y jugos. Pareciera que sólo buscarían hacer un solo viaje a la zona de los guisados, pero algunos minutos después, una segunda ronda con casi la misma ruta.
Después de varias escalas en las tortillas, cazuelas, enchiladas y guajolotes llegó el momento de la cuenta. A sumar, a hacer memoria de todo lo que comieron, cada comensal hizo su cuenta, sólo preguntan los precios de los platillos y bebidas, suman y multiplican, revisan el total y para que no quede duda, verifican.
El total no fue más de 400 pesos, confirmaron precios, quedaron sorprendidos y dejaron propina.
“Por eso confiamos en el cliente, sabemos que no van a vernos la cara, sabemos que nos dirán exactamente lo que comieron, a lo mejor faltarán algunas cosas, pero es lo mínimo”, explicó.
¿Qué pasa con los que no son de fiar?, responde, pues si se fueron sin pagar o pagaron menos de lo que realmente comieron, el cargo de conciencia no los dejará”.