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Apenas unas horas antes los mil 57 migrantes que pasaron la noche partieron rumbo a Guanajuato y el estadio Corregidora ya está listo para recibir a otro grupo de migrantes que viene en camino. Un pequeño ejército de trabajadores municipales se encargan de dejarlo en óptimas condiciones para recibirlos.
El sábado, muy temprano, los más de mil migrantes, la mayoría hondureños dejaron el Corregidora. Partieron rumbo a Guanajuato, teniendo en mente llegar a Tijuana, Baja California, a pesar de lo difundido en medios de comunicación sobre las agresiones que han sufrido por parte de algunos mexicanos. Para ellos, eso no es importante. Tienen que llegar a su destino, por sus familias, por su sobrevivencia.
Apenas abandonan el estadio y un grupo de trabajadores de los gobiernos estatal y municipal comienzan la limpieza del lugar para poder recibir dignamente a los que ya vienen en camino. También, están elementos de los Bomberos de Querétaro, quienes apoyan las labores de cuidado de la zona. No falta el personal de Derechos Humanos, quienes disfrutan de apenas unos minutos de calma, pues se prevé que antes de mediodía arriben más migrantes.
Contrario al viernes, cuando cientos de empleados del gobierno estatal y elementos de las policías Estatal y Municipal estaban en el lugar, el sábado son un puñado de elementos. Más tarde aumentará el número.
El Centro del Mando en el Corregidora es una ambulancia de los bomberos. Ahí se coordinan los trabajos y se recibe información de las incidencias. Permanecen en el lugar también unos pocos vehículos oficiales, entre ambulancias, bomberos, policías y unidades del DIF, instancia encargada, dentro del Grupo Interinstitucional, de brindar alimentos y cobijas a los migrantes.
El eco de una motocompresora se escucha en el estadio, ahora vacío de ciudadanos centroamericanos. El aparato bombea agua a la manguera que manipulan tres trabajadores del municipio capitalino, quienes lanzan chorros de agua para dejar en las mejores condiciones el lugar, de una manera digna para los próximos visitantes.
Antes, otro grupo de trabajadores rociaron creolina a todo el piso. El olor característico del producto llena el aire, mientras personal de la Secretaría del Gobierno estatal supervisa desde una posición más elevada la maniobra.
Uno de los trabajadores municipales explica que el tratamiento con creolina lo usan en todos los lugares públicos de la ciudad. “Es lo que usamos en Plaza Fundadores, o el atrio de templo de La Cruz [cuando hay fiestas] pues quita todos los olores”, explica mientras arrastra la manguera que dos de sus compañeros guían.
Otro de los empleados menciona que la cantidad de basura que se limpia del estadio es aún mucho menor a la que se recoge después de un partido de los Gallos Blancos.
Las colchonetas que se repartieron a los migrantes centroamericanos se acomodan a un costado de las columnas del estadio, junto con las cobijas que usaron para protegerse de las bajas temperaturas que se sintieron la noche del viernes y la madrugada del sábado.
Los trabajadores tienen cuidado al lavar para no mojar ni las colchonetas ni las cobijas que se usarán quienes llegarán en la tarde al estadio de la capital.
Mientras los tres hombres arrojan agua a presión para limpiar la creolina, los elementos de bomberos observan atentos si hace falta más agua para limpiar. Uno de los supervisores de los trabajadores municipales atiende una llamada. Esperan a 500 migrantes para la tarde. El supervisor se ve tranquilo.
No son los cerca de 6 mil centroamericanos que pasaron la semana pasada por Querétaro, es un número reducido, pero que necesitan atenciones y un lugar digno para descansar y pasar la noche.
El personal en el estadio no brinda información, sólo dice que se dará a través de los canales oficiales. Desde el viernes prevaleció esta situación entre los funcionarios que estuvieron en el estadio Corregidora.
Poco a poco, al lugar llegan camiones del DIF y de otras instancias de gobierno, que se suman a los ya existentes en el lugar.
Los que permanecen en el lugar son los trabajadores de la Comisión Nacional Derechos Humanos (CNDH), quienes conversan un tanto alejados de los empleados de gobierno. Intercambian opiniones, algunos muestran señales de cansancio. Su día empezó temprano, antes de la salida del sol y antes de que los migrantes partieran.
Hasta antes del mediodía el estadio Corregidora permanecía en calma. Por la tarde habían llegado 39 personas, aunque otras 230 caminaban de San Juan del Río al estadio Corregidora y 390, de acuerdo a datos de la CNDH, cruzaron de Tepotzotlán hacia Palmillas.
En el caso del Cimatario, todo está listo para recibir a los cientos de migrantes que por la necesidad, la violencia o buscar una mejor calidad de vida dejaron sus países. “Ninguno lo hizo por gusto, nadie deja a su familia por aventuras”, dice un elemento de la policía, al opinar sobre la presencia de los migrantes.
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