Las olas de calor serán normales en los próximos años e incluso serán más fuertes, lo que implica retos para la sociedad, pero principalmente para los gobiernos que deben implementar políticas públicas para mitigar el cambio climático. Esto debido a que las acciones individuales de nada o poco sirven para ese fin, explica el meteorólogo Adolfo Magaldi Hermosillo de la Escuela Nacional de Estudios Superiores (ENES) de la UNAM, Campus Juriquilla.
El físico de la atmósfera se dedica principalmente a la rama llamada percepción remota, que posibilita el medir algo sin necesidad de estar ahí, usando satélites, microondas, rayos láser, o incluso la radiación del sol, con lo que pueden medir concentración de gases atmósfera.
En 2024 hace mucho calor, dice, “se puede pensar que es un año atípico, y que la temperatura va a volver a sus estándares normales y que solamente es un bache en el camino. La otra parte, que podemos pensar así, es que hay una tendencia que hace que la temperatura vaya aumentando paulatinamente”.
La visión de que es un año extremo, un año atípico, se debilita porque la temperatura va aumentando, comparada con los últimos 40 o 50 años, y tanto 2023 como 2024 se salen mucho, son más calientes que el promedio de los últimos 40 años. “No ha tocado ver los años más cálidos. Eso nos hace ver que no es un atípico”.
“Por otro lado, vemos que cada año es más cálido que el anterior de los últimos 25 años. Eso refuerza la hipótesis que lo que estamos viviendo no es año atípico, sino consecuencias del calentamiento global y por ende del cambio climático que se expresa en la atmósfera.
“Ahora que ya sabemos que es el cambio climático, todo apunta a ello, hay que analizar cuáles son los factores de este calentamiento”, abunda.
Las olas de calor se dan porque hay presión alta en la atmósfera sobre México, lo que provoca que cuando se forman nubes se vayan a otros puntos de la atmósfera. Al no existir vapor, éste no pueda absorber la radiación solar, calentando la superficie. Esta alta presión se queda estacionada por varias semanas, causando que el sol caliente de manera más directa la superficie.
Mientras que la humedad que se genera en esta alta presión “escapa” a las zonas con baja presión, provocando lluvias intensas, fenómenos como granizo de gran tamaño.
Globalmente, el año pasado hubo presencia del fenómeno de El Niño, lo que causó que el océano Pacífico estuviera frío, y los vientos alisios se hicieran débiles, provocando alta presión el año pasado.
Este año se pasará de Niño a Niña, por lo que esos vientos alisios que eran débiles se fortalecerán, causando la desaparición de esa alta presión, provocando lluvias en el país.
Con el cambio climático se espera que estos fenómenos sean más frecuentes y más intensos. La pregunta es si la sociedad está preparada para afrontarlos cada año.
En México, destaca, no hay una definición para ola de calor. En otros países se define una ola de calor cuando la temperatura es más alta que el 90% del tiempo, pero son definiciones que cada país adopta.
“No estamos preparados. Ni siquiera el gobierno ha dicho cuál es la definición de una ola de calor. Es importante por los seguros, porque uno podía llegar al Fondo de Desastres Naturales (que ya no existe) pero hay algo similar, que tiene definiciones. Entonces el mecanismo de ayuda entra, pero en ola de calor ni siquiera está la definición de ola de calor, por lo tanto caemos en un vacío legal, porque entonces un campesino ¿cómo puede cobrar el seguro o acceder a los fondos públicos si esa definición no está?”, enfatiza.
Por otro lado, la ola de calor complica el acceso al agua, debido a la falta de lluvias, por lo que se necesitan mecanismos precisos para tener acceso al agua en estas épocas.
Si en el futuro se tendrán olas de calor más frecuentes, cada vez los acuíferos se verán más afectados, teniendo problemas de abasto de agua, lo que será un problema social, pues se debe garantizar el acceso al agua.
La reacción de las autoridades no ha sido tan contundente, a pesar de las advertencias de los expertos. Las inversiones se deben enfocar en garantizar el acceso al agua.
“Si empezamos a deforestar, cambiamos el uso de suelo, emitimos gases de efecto invernadero, va a venir una reacción… si destruimos nuestro ecosistema obviamente tiene que haber una consecuencia y la estamos viviendo, y nos estamos preparando para ella.
“Las soluciones fáciles se terminaron hace mucho. Se tiene que poner de acuerdo gente de distintos ámbitos: los climatólogos, meteorólogos, economistas, gente de planeación urbana, sociólogos, ingenieros, porque se espera que las lluvias sean menos frecuentes, pero más abundantes”, precisa al tiempo que abunda que en la licenciatura de Ciencias de la Tierra, se preparan las personas que resolverán estos problemas.
Hay un punto de no retorno en el cambio climático, que actualmente se está identificando, se conocen los límites que no se pueden pasar.
Esos límites son 1.5 grados en el aumento en la temperatura global en los próximos 20 años. Si se caliente más no hay vuelta atrás. Otro importante es el cambio en las corrientes marinas. Ahora el mar se ha calentado menos que la tierra, lo que debe evitarse, impedir que el mar se caliente medio grado más en ciertas regiones, porque eso pararía o invertiría las corrientes oceánicas, lo que cambiaría el patrón del clima, lo que sería catastrófico, afectando siempre a los más pobres.
“La gente lo que tiene que hacer es tomar conciencia. Que se tengan costumbres muy sanas hacia el planeta no cambia sustancialmente nada. Lo que podemos hacer es presionar a los gobiernos para que tomen las medidas necesarias para que esto cambie, porque tienen que hacer estrategias de país, y tomemos decisiones que perduren durante 20 años, no cada seis años”, puntualiza.