Carlos Munguía López se levanta de la silla y abandona el salón donde se hace una jornada de empleo incluyente en un hotel de la capital queretana. Con discapacidad motriz y 51 años de edad, tiene cuatro meses buscando empleo, labor que se complica por su edad y su condición física.
Carlos, para sobrevivir, vende bisutería y cosméticos en tianguis del norte de la ciudad, “si no fuera por eso ya me hubiera aventado de un puente, aunque se nos han caído las ventas en un 60%. También el tianguis no te deja tanto, pero hay que sobrevivir de algo”.
Vestido de camisa blanca y pantalón negro, explica que al ser una persona con discapacidad se acercó al Servicio Nacional de Empleo, donde ellos tienen el Programa Incluyente.
Dice que tiene discapacidad motriz, por fracturas de fémur en ambas piernas. Una de las lesiones fue jugando futbol y la otra fue en el transporte público, cuando la unidad en la que viajaba se frenó de manera intempestiva ocasionando las lesiones.
Señala que la búsqueda de trabajo para él ha sido doblemente complicada, pues ser una persona con discapacidad y pasar de los 50 años son obstáculos con los que debe lidiar.
“Estamos muy chavos pero no te cuentan la experiencia, te cuentan mucho la edad. Se me ha complicado mucho”.
Carlos tiene experiencia en el área administrativo contable, como auxiliar contable, cuentas por pagar, por cobrar, nóminas, chofer ejecutivo, chofer mensajero. Dentro de su experiencia laboral ha abarcado todas esas áreas. “Te piden experiencia comprobable, y aunque tenga la experiencia, no me la creen”.
Encontrar empleo para una persona mayor de 40 años es complicado, pero para alguien con más de 40 años y con una discapacidad, es el doble de complejo.
“Es más complicado porque yo siempre he sido muy honesto al llegar a las entrevistas de trabajo menciono mi discapacidad. A las empresas y ven que eres persona con discapacidad, es como una forma de decir que les mentiste. Esa honestidad me ha llevado a no conseguir un empleo”.
La edad es otro punto. En las ofertas de trabajo que he visto la edad máxima es de 45 años, otras son de 38 años hacia abajo. Es muy complicado, la verdad”, subraya.
En el lugar donde se llevan a cabo las entrevistas para el puesto de “analista de imagen”, un salón a desnivel, al cual se accede a través de unas escaleras, llegan personas con discapacidad y adultos mayores, quienes informados de la vacante que se abre para este sector de la población acuden con la esperanza de encontrar un empleo que les permita subsistir. Son pocas las personas que solicitan la vacante, dos hombres mayores, una mujer y Carlos.
Indica que ha tenido la mala fortuna de no ser contratado, a pesar de tener los conocimientos y habilidades, y al final ser relegado al momento del filtro final.
Los salarios, dice, en general son muy bajos. Pone como ejemplo el salario de un auxiliar contable, cuyo salario fluctúa entre los seis y los ocho mil pesos, pero piden licenciatura y tres años de experiencia.
“No sólo por ser una persona con discapacidad. Los sueldos están muy abajo del mercado. Somos una ciudad muy cara y tenemos salarios muy bajos, no solamente para personas con discapacidad, sino en general”, subraya.
Asevera que la inclusión para las personas con discapacidad existe, aunque, por su experiencia, en la práctica ya no se lleva a cabo. Dice que él se ha acercado a las empresas que son incluyentes, “pero está muy cerrado. La verdad, las empresas aún no se acostumbran a tener esa inclusión. Lo digo en forma personal porque sé de empresas que se dedican a esto, pero en la práctica son muy cerradas. Puedo llevar mi curriculum, pero no te toman en cuenta. Esa es la realidad. Es puro discurso”, reitera.
Casado y con tres hijos, que son independientes, dice que tiene que solventar gastos que tiene. Ahorrar, es un lujo que no puede darse, pues los sueldos son muy bajos. El ahorro, cuando lo hay -indica- es ficticio, pues cuando hay alguna eventualidad se debe de recurrir a ese dinero para salir del “apuro”.
“El ahorro no existe cuando tienes un sueldo para ir al día, cuando tienes un sueldo que apenas te alcanza para cubrir gastos. Qué más quisiera uno que irse de vacaciones cada año, pero es imposible. Necesitas un sueldo de entre 12 mil y 15 mil pesos, pero esos no existen para personas mayores de 45 años y personas con discapacidad y que no tengan carrera terminada. Esa es nuestra triste realidad”, enfatiza.
Agrega que tiene familiares y conocidos que estudiaron carreras universitarias y que están dispuestos a aceptar salarios de siete mil pesos mensuales o menos. Así no se puede, pues se matan estudiando una carrera, una maestría para ganar un sueldo bajo.
Carlos sale por las escaleras, que están junto a un elevador para personas con discapacidad, esperando una llamada que le diga que tiene un empleo, confiando en su fortuna.