Apesar de la emergencia sanitaria y del alto número de contagios de Covid-19 que haya en la actualidad, un grupo de comerciantes se manifiestó este lunes.
Los inconformes tienen casi tres meses sin poder salir a trabajar debido a la cuarentena. Por ello, realizaron una caravana hacia el Centro Cívico, donde una comitiva fue recibida.
Los comerciantes se reunieron a las 10:00 horas en las inmediaciones de una tienda de autoservicio en la zona de centro sur. Llevaban cartulinas en sus camionetas de trabajo.
Detrás de los cubrebocas que llevan en sus rostros, a través de sus ojos se ve el enojo. En sus palabras se aprecia la desesperación. Algunos hablan de sus dirigentes, quienes no acudieron a la caravana que convocaron de manera independiente a través de las redes sociales.
Poco a poco se reuniron en el lugar de la convocatoria. Decenas de comerciantes llegan a la calle Fray Diego de Landa. Portan cubrebocas. Llegan en silencio. Es una medida desesperada para pedir a la autoridad que los dejen trabajar. Es mucho tiempo sin laborar, señalan.
Del otro lado de la vialidad, las unidades de la Guardia Municipal y de Protección Civil de la capital esperan a que el contingente avance. El personal de Protección Civil explica a los manifestantes los protocolos para avanzar, conservando la sana distancia, portando cubrebocas, no tocando a nadie.
La voz de Gerardo Marcial, comerciante tianguista en las colonias Lomas de Casa Blanca, El Tintero y Presidentes se escucha apagada. La respiración a través del cubrebocas es complicada, más cuando la temperatura de la mañana comienza a ser sofocante.
“La exigencia de nosotros es primeramente trabajo, porque el apoyo que nos puedan dar no es suficiente. Si les han dado a algunos, bien, pero a nosotros no nos han dado nada. Por lo pronto la exigencia de nosotros es que nos dejen trabajar o que nos digan qué vamos a hacer”, señala el comerciante.
Indica que ya van para tres meses sin poder vender, sin poder trabajar desde el principio de la pandemia. Dice que en su organización son más de mil comerciantes quienes en su mayoría padecen lo mismo que él.
Alrededor del hombre, sus compañeros esperan para partir. Algunos se muestran impacientes y caminan de un lado al otro. Gerardo agrega que las autoridades no les han brindado ninguna alternativa para tener ingresos.
Indica que durante este tiempo han tenido que sobrevivir haciendo “chambitas”, hoy aquí, mañana allá.
Dice que hay quienes son afortunados, que se pueden quedar en casa. Para ellos, los comerciantes, no hay eso. Tienen que salir a trabajar para sobrevivir, van al día. “Nos quedamos en casa y qué vamos a hacer, de qué nos vamos a mantener, cómo vamos a mantener a nuestras familias. Ya no podemos”, señala.
Agrega que están dispuestos a tomar las medidas de sanidad que sean necesarias para volver a trabajar. La desesperación se apodera de hombres y mujeres que se dedican al comercio y que ya no saben cómo van a subsistir.
Afirma que a los comerciantes, tanto los de mercados, tianguis y establecidos se les ha dejado solos. “Si has pasado en el Centro de la ciudad está desierto, está todo cerrado. Nuestra pregunta a la autoridad es por qué las tiendas grandes no cierran. Son las que más dinero tienen, y son las más protegidas”, sostiene.
Muchos de sus compañeros son adultos mayores. No tienen otra forma de ganarse el sustento, pero no les queda más que esperar.
Gerardo escucha con atención las indicaciones que les dan los elementos de Protección Civil que les dicen las indicaciones para avanzar. La caravana posterga su avance hacia Centro Cívico. Una alarma de incendio activada provoca el desalojo del edificio del gobierno municipal y deben de esperar a que vuelva a ingresar el personal al inmueble.
Los comerciantes consideran las opciones. Deciden esperar bajo el sol. Un hombre, presuntamente un concertador del gobierno, charla con ellos. Luego de unos minutos, un comerciante, libreta en mano, toma el nombre de sus compañeros. Alcanza a decir que es para que les den el apoyo económico de 4 mil pesos que ofrece el municipio de Querétaro.
Después de varios minutos deciden avanzar hacia el Centro Cívico. La caravana avanza por el carril de la derecha de Bernardo Quintana. Lo hacen con velocidad moderada, mientras son escoltados por agentes de Movilidad, patrullas de la Policía Municipal y unidades de Protección Civil.
La circulación no se ve muy afectada. Tocan los cláxones. Al llegar al Centro Cívico las unidades no encuentran, como es habitual, estacionamiento en el lugar.
Una comitiva entra al Centro Cívico, cuyas puertas están cerradas. Apenas se abren para que entren algunos comerciantes elegidos por ellos mismos para hablar con las autoridades, con la esperanza de volver a la normalidad, volver a trabajar, a su modo de vida.