Las calles aledañas al jardín principal de Jalpan se comienzan a llenar de gente. Un sonido instalado a un costado del templo deja escuchar algunos huapangos. A las 20:19 horas anuncia que la caravana pasó ya por Arroyo Seco, a una media hora de Jalpan.
Todo está dispuesto para la llegada de los migrantes. Los puestos de comida, juguetes y ropa hacen una pequeña romería, mientras el movimiento de elementos policiales se hace más notorio.
El sonido detiene la música. Un grupo musical afina guitarras y violines. Dos turistas extranjeros, quizá ajenos a los que se avecina, se graban en video, atraídos por la vistosidad del lugar que recibirá a los migrantes que llegan en la noche, luego de un día de viaje por carretera desde Estados Unidos.
Son poco después de las 21:00 horas cuando se anuncia la llegada de la caravana. La gente se acerca a la avenida por donde hará su arribo el grupo. Los rostros se alegran. Familias completas se reúnen, sin importar el frío que se siente en Jalpan. Para calmar la ansiedad, algunos recurren a la comida. Compran un elote, un esquite. Otros un pan y un café.
El grupo musical Pasión Queretana, de la comunidad El Cañón, toca algunos huapangos. La gente se reúne a ver a las tres jóvenes y unos niños reparten entre los presentes banderas mexicanas.
Casi a las 22:00 horas las primeras camionetas comienzan a llegar, escoltadas por patrullas de la Policía Estatal. La mayoría de las unidades portan placas texanas y vienen completamente llenas, tanto de personas como de carga. Los aplausos, los vítores, la música recibe a los migrantes que aunque cansados, sonríen ante la bienvenida y la bendición que da un cura a los vehículos. Algunas mujeres lloran, mientras otras gritan con gusto de ver a sus paisanos.
Al interior del atrio se dispone la bienvenida religiosa y civil. Diputados locales, autoridades del estado y municipales, así como la rectora de la UAQ, Teresa García Gasca, les dan la bienvenida. Así como Fernando Rocha Mier, fundador de la caravana, quien agradece a Dios regresar a casa.
Luego de 16 horas de viaje, los migrantes ya pueden abrazar a sus familias.
arq