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La lluvia no desalentó a los participantes de la quinta marcha del Orgullo LGBT+ en Querétaro. Si los prejuicios no los desalientan, menos el agua. Está marcha es de lluvia y resistencia, como dicen las arengas que desde un tranvía turístico un grupo de jóvenes lanzan a los participantes que responden al unísono.
“Todas las personas, todos los derechos”, uno de los gritos favoritos. Los participantes parten del mirador de Los Arcos. La amenaza de lluvia no los detiene. Es su día. Las calles son de ellos. Por un día, por sólo un día, no temen salir y sentirse libres, no temen las miradas morbosas, la discriminación, los insultos. No. Está tarde no. No se sienten solas y solos… y soles.
Poco o nada importan las miradas molestas, los comentarios, las burlas. No. Hoy no. Nunca más.
Las añejas calles queretanas, las tradicionales, las que hacen sentir orgullosos a los queretanos, se visten con los colores del arcoiris, y de otras banderas más que se unen y cuyos colores representan a la diversidad sexual.
Avanzan en contingentes divididos. A pie avanzan al frente. Motos y carros vienen detrás. Un turibús también avanza con integrantes de la comunidad LGBT. Los paseantes que son sorprendidos por la marcha mientras caminan por el primer cuadro toman fotografías y video.
Hace un año, por la emergencia sanitaria causada por el virus SARS CoV-2 la marcha cambió por actividades virtuales.
Por eso este año no podían dejar pasar la ocasión. La comunidad queretana sale a mostrar su orgullo, y a exigir sus derechos, como el matrimonio igualitario, una de sus banderas y que legislaturas van y legislaturas vienen y no puede ser ley.
Los jóvenes son mayoría en la marcha, aunque también hay personas de mediana edad. Hay también mujeres mayores, quienes salen en apoyo a sus nietas, nietos, hijas, hijos que son de la diversidad.
Avanzan por Corregidora, donde el contingente se une, se olvida la sana distancia y luego de más de un año de no poder estar juntos, de quedarse en casa, de no verse, tocarse, no apoyarse. Por eso el sábado no se quedan en casa.
Las banderas del arcoiris hacen una ola multicolor que avanza por la avenida ante las miradas de siempre, de toda la vida, de los prejuicios, de los insultos, la discriminación. Pero también de los aplausos que les brindan, de los gritos de “no están solos”.
Un discreto operativo de seguridad acompaña al contingente en su camino rumbo a avenida Universidad. No hay mayores contratiempos. Todo transcurre con normalidad.
Muchos de quienes observan desde las banquetas de vez en cuando gritan junto con quienes participan en el contingente. Algunos se toman fotografías con algunas drags Queens que participan en la parada.
La amenaza de lluvia está presente durante todo el recorrido, pero no desalienta a los participantes. Muchos aprovechan la ocasión de para ver a los amigos, a los conocidos a quienes durante muchos meses no se vieron.
Algunos aprovechan para tomarse fotos con sus amigos, imágenes que se comparten en las redes sociales, donde serán testi monios de que estuvieron en la marcha.
Las selfies con “les amigues” se multiplican durante todo el trayecto. En Universidad y Corregidora es unos de los lugares favoritos para tomarse las fotos grupales. La marcha inicia el camino de regreso hacia el centro de la ciudad. Avenida Juárez es la opción para regresar. La calle es insuficiente para la cantidad de personas. El paso es más lento. Pero el ánimo de las personas no se detiene.
Los gritos y las exigencias de sus derechos retumban en las paredes. De las ventanas surgen gritos de apoyo. De uno, una mujer de vestido negro arroja pétalos de flores.
Por momentos la marcha se detiene por unos momentos que son usados para cantar una canción de Alaska y Dinarama. “A quién le importa lo que yo haga. A quién le importa lo que yo diga”, cantan en coro los cientos de participantes, no importa si son hombres, mujeres, trans, hetero. No importa nada. A nadie le importa lo que digan.
Unos gotas de lluvia comienzan a caer en el centro de Querétaro. Sin embargo, no se detiene nadie. Ni quienes avanzan a pie, en moto o en los coches decorados de colores, de donde salen banderas arcoiris. En una camioneta viaja una familia. Un hombre de cabello cano maneja la unidad, mientras una joven mujer sale por el quemacocos con una bandera arcoiris.
La marcha se convierte poco a poco en una fiesta para los asistentes y para quienes ven la marcha. Poco a poco la fiesta llega a su destino en la Alameda Hidalgo. Los asistentes se dispersan. Se marchan a donde seguirá la fiesta al menos el fin de semana. Se esperará otro año. Mientras a seguir luchando por los derechos, por ganar espacios, por buscar el legítimo derecho a la felicidad.