El dolor cervical es un problema de salud pública con alta prevalencia: más de 65% de la población ha sufrido este problema en alguna ocasión.

Esto provoca no sólo dificultades en el trabajo, sino también en la vida cotidiana y en el ocio, indicó Edgar García Rojas, investigador de la Universidad del Valle de México.

A decir del docente, el origen del dolor cervical cuenta con varios factores dentro de los cuales se encuentran los traumatismos repetitivos por malas posturas, debilidad y contractura en los músculos cervicales, alteraciones en las curvaturas de columna como escoliosis o hipercifosis, lesiones específicas en alguna estructura que se derivan desde un desgarre hasta una hernia cervical.

Agregó que el dolor cervical puede situarse e irradiarse en diversas zonas del cuerpo, como en la región dorsal y miembros superiores; se ha visto que la incidencia se presenta a partir de la edad laboral y con mayor frecuencia en personas mayores de 40 años y, quien padece más este dolor es el sexo femenino.

Explicó que los problemas a los que se enfrenta un fisioterapeuta con mayor frecuencia, son la presencia de dolor, rigidez, disminución de fuerza en el cuello y miembros superiores, alteraciones sensitivas o de hormigueo en este segmento corporal, así como también en la deambulación.

“En el área de atención se observa el antecedente de manipulación inadecuada de la zona afectada, y la ingesta crónica de fármacos antiinflamatorios, lo cual en ocasiones hace tórpida la evolución y el tratamiento fisioterapéutico se vuelve más complejo puesto que se deben de atender las zonas afectadas al cuello”, comentó  García Rojas.

El tratamiento para el dolor cervical común, dijo, consiste en fármacos (pero tienen efectos de salud secundarios significativos), y las terapias moduladoras del dolor —como la medicación antiepiléptica— no son bien toleradas. Por lo tanto, existe una necesidad de empleo de tratamientos distintos al uso de medicamentos o intervenciones invasivas.

Agregó que para determinar el grado de avance de la enfermedad es necesaria una valoración osteomuscular, en donde se puede observar disminución de la función o aumento del dolor con maniobras sencillas, lo cual da pauta a diferenciar la gravedad y evolución del padecimiento, y a que se pueda confirmar con estudios de gabinete.

Resaltó que la intervención del fisioterapeuta es fundamental y debe ser temprana para que, al realizar el tratamiento y el ejercicio postural, el paciente logre un adecuado incremento del tono muscular y el tiempo de recuperación del dolor  se acorte, así la persona logra reintegrarse a sus actividades cotidianas.

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