Alejandro Moreira confiesa que practicar voleibol le ha brindado grandes oportunidades, tanto que lo ha llevado a estudiar Mecatrónica en el Tecnológico de Monterrey, campus Querétaro, ciudad que disfruta.
Su preparación comenzó en el 2012 cuando fue preseleccionado para la sub 19, y durante un año estuvo concentrado en Tijuana, luchando por conseguir el pase al mundial. “No quedé entre los 12, pero de ahí se me abrieron muchas puertas nuevas, fui a un Panamericano en Panamá representando a México”, recuerda. El deportista originario de Sinaloa también fue preseleccionado para la sub 23, colocándolo en partidos fuera del país, tal como El Salvador. Platicamos con él sobre sus metas y sueños.
Desde que empecé a jugarlo mi objetivo era aprovecharlo al máximo, pero conforme pasó el tiempo y entré en el ambiente, me di cuenta que no se sustenta una vida solo jugando. De un momento a otro cambió mi mentalidad y decidí probarlo en grandes ligas.
Por cuestiones del destino, el entrenador me invitó a ser parte del equipo, le pedí permiso a mis papás y en cuanto me dieron el visto bueno, comencé a preparar todos los papeles necesarios y a buscar casa.
La escuela, no estaba acostumbrado a este nivel de tareas o de ocupación dentro de la misma Institución, creo que sí fue un cambio difícil porque antes me dedicaba solo al voleibol, pero me agrada y a eso vine, a estudiar.
No sé si sea bueno o malo, pero creo que estar un año sin mi familia me abrió los ojos, cuando me preseleccionaron en la sub 19 y me dediqué al 100% a este deporte. El hecho de no quedar en la selección me dejó una gran enseñanza, hoy soy más crítico en mi vida, analizo más qué quiero y qué puedo escoger, o a dónde quiero llegar.
Antes, cuando estaba en Sinaloa entrenaba casi siete horas, y aquí es un poco más bajo el rendimiento porque es de una hora y media, normalmente jugamos los fines de semana.
Me gusta mucho ver películas en mi casa e ir al cine con mis amigos o simplemente dar la vuelta. En el 2012, cuando estaba en la selección, viví en una Villa, pero ahora es diferente porque vivo en una casa afuera del Campus. Me gusta mucho el clima de Querétaro, me siento en las nubes, y suelo salir a caminar, la ciudad es muy bonita.
Quisiera ser emprendedor y regresarle a mi familia todo lo que me ha dado y como a todo deportista, me agradaría participar en un mundial universitario antes de dejarlo.
Más que nada se trata de actitud, ya que aunque son seis en la cancha, el voleibol depende mucho de ti. Creo que la concentración es otro aspecto y por supuesto, el entrenamiento constante.
Es más un crecimiento personal y mental que te ayuda a ser autocrítico, saber cuando estás mal o bien y te hace ponerte en el lugar de los demás. También existe la unión del equipo, pues realmente necesitas de todos para sobresalir o lograr algo, al igual que en la vida cotidiana.