Se trata de un tipo de carbohidrato resistente a la digestión y absorción del intestino. Durante su tránsito, sufre una fermentación total o parcial que favorece a la colonia de bacterias benéficas que viven en el tracto gastrointestinal.
La fibra mejora el tránsito intestinal, reduce los niveles de colesterol LDL o “malo” y la glucosa en sangre. También ayuda a mantener un peso saludable pues favorece a la microbiota y mejora la saciedad. El consumo insuficiente de fibra está asociado con la aparición de afecciones crónicas como enfermedades cardiovasculares, trastornos gastrointestinales, diabetes tipo 2 y obesidad; de ahí la importancia de conocer qué es y cómo incluir la cantidad correcta de fibra en la dieta diaria.
Según sus propiedades físicas y la importancia fisiológica, los componentes de la fibra pueden dividirse como soluble e insoluble.
Para entender mejor esto, supongamos a la fibra soluble como una esponja que absorbe agua y forma un gel que mejora la digestión, retrasa el vaciado del estómago y brinda saciedad. Este tipo de fibra puede ayudar a reducir los niveles de colesterol y glucosa en la sangre. Un claro ejemplo es la baba de los nopales o la viscosidad del agua de avena. Otras fuentes alimentarias de fibra soluble son: frijoles, coles de bruselas, aguacate y frutas en general.
Un dato: la fibra soluble tiene un efecto hipoglucemiante, es decir, que ayuda a disminuir los niveles de glucosa en sangre; por tanto es ideal para personas que viven con diabetes.
A diferencia de la esponja, la fibra insoluble es como un zacate que arrastra y limpia todo. Este tipo de fibra pasa por el tracto digestivo casi intacta, mejora la movilidad y acelera el tránsito intestinal. Resulta muy benéfica para personas que sufren de estreñimiento, se encuentra en la parte externa de semillas y granos de cereal enteros, maíz, salvado de trigo, arroz salvaje, pan de granos enteros, en la cáscara de las frutas y en las verduras crudas.
Consumir más fibra de lo recomendado puede provocar desde flatulencias, estreñimiento, aumento de peso temporal y malestar gastrointestinal hasta una mala absorción de los nutrientes. Es muy importante no autoprescribirse suplementos de fibra y beber suficiente agua natural (promedio de un mililitro por caloría consumida).
De acuerdo con datos de la Secretaría de Salud, en México el consumo de fibra es insuficiente. Los adultos consumen en promedio entre 16 y 18 gramos al día, mientras la ingesta diaria recomendada es de 30 gramos.
Para cumplir con la ingesta diaria recomendada de fibra, es necesario aumentar el consumo de alimentos de origen vegetal y evitar las harinas refinadas. Considera el aporte de fibra en cada grupo de alimentos:
Un dato: los productos adicionados con fibra son aquellos en los que el contenido de fibra es igual o mayor de 2.5 gramos por porción en relación al contenido del alimento original o de su similar.