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Hace tres años una familia veracruzana decidió dar impulso a la producción tabaquera en México, a través de Black Cházaro Cigars, la cual busca retomar la historia y la tradición queretana de la antigua Real Fábrica de Tabacos de San Fernando, en sus creaciones.
Ubicada en el municipio de Ezequiel Montes, la fábrica abrió sus instalaciones en el 2017 a los turistas, quienes atraídos por la arquitectura vanguardista de la edificación, se acercaban hasta sus ventanales y llamaban a la puerta, para saber si podían ingresar a conocer el proceso de manufactura.
Fascinados por la historia y el forjado artesanal de los puros, en el transcurso de los meses las visitas comenzaron a ser más frecuentes, motivando a los empresarios a generar un recorrido turístico por sus instalaciones, donde además de hablarse sobre la historia y la producción agrícola de la planta, se explica el proceso de fermentación, maceración y enrollado de las hojas, culminando con la degustación y el maridaje de los puros.
“Inicialmente no estaba abierto al público, era sólo para la venta al extranjero. Un día llegó gente a tocar a la puerta para decirnos: ‘se ve muy bonito desde afuera, queremos entrar’, y luego llegaron operadores turísticos invitándonos a formar parte de sus recorridos. Hoy vemos una oportunidad muy importante de promover la cultura del tabaco a través de un tour de 45 minutos. Estamos en planes de poner una tiendita con canapés y un hotel boutique para que la gente pueda vivir la experiencia durante un fin de semana”, dice Ricardo Wolf, director de ventas nacionales y relaciones públicas de la empresa que busca preservar la tradición.
Su historia
La planta de tabaco se originó hace 3 mil años antes de cristo en las tierras altas de los Andes, extendiéndose su uso ritual y terapéutico gracias a los intercambios comerciales entre las diferentes culturas. Cuando los españoles conocieron sus propiedades curativas y relajantes, fue que se industrializó y se popularizó por toda Europa.
En 1779 la industria arribó a Querétaro con la Real Fábrica de Tabacos de San Fernando –ubicada antiguamente en lo que hoy es la calle de Ezequiel Montes, en el Centro Histórico– que sobresalió como la segunda más importante de la Nueva España, y fue cerrada en la primera mitad del siglo XIX.
Fieles a su amor por el tabaco, hace tres años los Cházaro decidieron retomar la tradición tabacalera en la entidad y darle un impulso con la ayuda de artesanos veracruzanos, quienes con el tabaco negro de San Andrés de Tuxtla, Veracruz, considerado uno de los mejores en el mundo, cada día producen entre 70 y 90 puros por persona.
“Son artesanos con más de 10 años de experiencia, provenientes de San Andrés, Tuxtla, donde es común que la gente se dedique a esto. Si tú le preguntas a cualquiera de ellos acerca de su infancia, te contarán cómo es que corrían entre los campos de tabaco y ayudaban a recolectar la hoja. Es hasta los 16 o 17 años cuando empiezan a rolar, como Don Toño, él tiene 40 años haciéndolo y, de hecho, es quien dirige la fábrica; se encarga de certificar y revisar puro por puro antes de que estos se pasen a la guarda”, comparte Wolf, quien recuerda que cuando empezó el proyecto, ellos sólo contaban con una pequeña oficina en la ciudad, donde Toño era el único encargado de producir los puros de la marca. Con el tiempo, contrataron a más artesanos y fue hasta entonces que decidieron crear la fábrica.
“Al paso de los años se funda con la intención de poder traer a la gente de fuera, porque la idea era exportar a Estados Unidos, y poder invitar a los comerciantes y a los dueños de tabaquerías del extranjero para decirles: ‘miren esto es lo que hay detrás, no somos una marca fantasma y no va a desaparecer; vamos a cumplir y a llegar lejos’.
En este sentido, se creó como una estrategia de convencimiento, siempre con el fundamento de la calidad de una nueva marca mexicana”, cuenta Ricardo Wolf.
Actualmente, además de distribuir su producción en diferentes estados de la República Mexicana, exportan a Estados Unidos, y buscan generar lazos comerciales con otros países como China y Arabia Saudita.
En promedio, “producimos 15 mil puros mensuales, es decir, 200 mil al año, de los cuales, el 70% se manda a Estados Unidos, que es el mercado más grande del mundo de puros, y lo demás es para venta nacional. De hecho, ya estamos en negociaciones con países árabes como Arabia Saudita o Dubai y los rusos también están muy interesados. Nos estamos enfocando también en Japón y en China, pues tan sólo el total de la población fumadora de este país es toda la población de Estados Unidos, ¡imagínate el volumen!”, expresa.
El proyecto propone, además, realizar catas maridaje para mostrarles a las personas cómo degustar un puro en sus diferentes presentaciones, y con qué acompañarlo.
“Qué sepan cuántos hay, cómo se fuman y que conozcan la manera en que evoluciona un puro desde que se prende, pues no sabe igual al principio que al final”, señala Wolf y afirma que en este sentido buscan formar parte de la muy afamada Ruta Arte, Queso y Vino, como un cuarto destino turístico en la región, y que sea reconocido por la Secretaría de Turismo.