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Dotar a cuatrimotos de los Sistemas Avanzados de Ayuda a la Conducción (ADAS por sus siglas en inglés) representa un reto para investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) Campus Juriquilla, quienes trabajan en ello para que el uso de estos vehículos recreativos y de trabajo, en algunos casos, sea más seguro para los conductores y para quienes están a su alrededor.
Ignacio Hernández Bautista, investigador en la Unidad de Alta Tecnología de la UNAM Juriquilla, y de Investigadores por México (antes Cátedras Conacyt) tiene un proyecto para automatizar vehículos todoterreno, hacerlos autónomos y llevarlos a un nivel dos, de los seis niveles de automatización.
Para hacer las diversas modificaciones se debe aplicar electrónica en sensores, cámaras, sistemas de cómputo y también sistemas mecánicos
Por ejemplo, hay un proyecto de convertir una cuatrimoto de combustión interna a una eléctrica. Para esto hay que obtener datos, generar tablas y así ver qué tan eficiente es lo que se llama electromovilidad.
El doctor Hernández comenta que en este proyecto participan otros investigadores de la UNAM, el área de la Maestría de Ingeniería y tres alumnos más.
“Estamos haciendo avances. Mucho nos pegó la pandemia, porque todo estuvo cerrado. Todos los dispositivos no los encontrabas. Incluso ahora está parada la cuatrimoto porque se quemó un controlador y hay que esperar en lo que llega.
“Hemos tenido avances, tenemos instrumentación para sistemas ADAS, que ayudan al conductor que su experiencia sea más confortable, así como más segura la conducción. En este caso tenemos problemas, es muy fácil que te voltees en una curva, o muy fácil, como es todoterreno, que vayas en una pendiente, te voltees, te gane el peso o que inclusive no veas un hoyo, no veas una zanja y entonces tengas un accidente. Ahí es donde entra el proyecto para equipar esta cuatrimoto para darle ayuda al conductor para que lo alerte de ciertos peligros que hay en el entorno”.
Hernández dice que el proyecto de hacer dicha investigación en estos vehículos, se debe a que son usados de forma recreativa, como en la agricultura, o en zonas donde no hay caminos o de difícil el acceso, pues es tecnología que se puede usar en motos, haciéndolas más seguras para los usuarios.
Señala que ellos ven el uso “civil” de esta tecnología, pero en el caso de los vehículos militares también se pueden beneficiar de estos avances en sus unidades todoterreno.
Explica que en el caso de los vehículos todoterreno los peligros son más y variados, pues en los automóviles que cuentan con cierto nivel de autonomía se espera que en la ciudad tengan todo armado, como las luces, carriles bien pintados, sin baches, sin topes. En el caso de los todoterrenos, se tiene vegetación, animales que pueden salir en cualquier momento. Son los llamados obstáculos negativos y positivos. Los positivos son los que están encima del terreno, pero los negativos son los que están abajo: hoyos, zanjas, baches. Ahí se tiene un reto.
Se trabaja a través de cámaras, sensores de proximidad, cámaras térmicas, infrarrojas, así como usando visión por computadoras, entre otros dispositivos, para alertar al conductor. Inclusive, un nivel dos de automatización es avisar y darle la vuelta al peligro o al posible obstáculo que se presente.
El investigador menciona que los seis niveles de automatización van del cero al cinco. El cero es un nivel en el que no hay ningún tipo de automatización. Todo recae en el conductor. El nivel cinco es donde el conductor sólo se sienta, no hay volante, ni pedales. Se le dan órdenes al vehículo a través de la voz y el auto hace el trayecto.
Actualmente la tecnología se encuentra en un nivel dos. Hay algunas compañías que ya están en un nivel tres, pero sólo en carreteras muy específicas y en ciertas velocidades.
“Considero que una de las grandes limitantes es la electrónica en el sentido de los sensores. Ahorita cámaras light dart, tenemos problemas cuando están de noche, si hay neblina, si hay lluvia, ahí tenemos limitantes. Cuando salga nueva tecnología, nuevos sistemas, tendremos un paso adelante”, precisa, acompañado de Juan Carlos Sánchez Villegas, asistente de jefatura, que trabaja en el proyecto, así como de Ángel Rufino, de estancias, y participante en el proyecto.
Actualmente, añade, hay sistemas muy económicos, como hay otros cuyos precios resultan incosteables. Sistemas light dart “de juguete” que valen dos mil pesos, como otros que puedan costar un millón de pesos.
“Como México es un país emergente tenemos limitantes. Tenemos que ir más por la creatividad que por comprar piezas caras. Lo que se hace es añadir dos o tres sensores, para que puedas tratar de hacer lo mismo que hace un sensor de esos costos. Necesitas estar jugando, qué sensores, qué costos, qué te puede o no ayudar”.