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Bogotá.- María Cristina Cobo Mahecha tenía 29 años cuando fue detenida, violada, torturada y asesinada en el departamento del Meta, en Colombia. Eso fue hace 15 años y un mes. Su madre, Paulina Mahecha, la recuerda todos los días, y ha creado una muñeca de trapo vestida de enfermera que representa a su hija desaparecida.
La muñeca, de no más de 30 centímetros, no está sola, forma parte de una exposición que Paulina Mahecha ha montado con 16 representaciones de otras tantas mujeres que están desaparecidas en Colombia.
La colección itinerante, que cuenta con la colaboración del Comité Internacional de Cruz Roja (CICR), se titula “Las Cristinas del conflicto” -por el nombre de su hija-, y se puede ver hasta el día 3 de junio en una librería del norte de Bogotá.
“Hice las muñecas para hacer un homenaje a las mujeres de las zonas rurales desaparecidas y concienciar a la gente de lo que pasó con mi hija Cristina, con nuestras mujeres. Cualquiera puede ser Cristina”, señala Mahecha en una entrevista con Efe.
Clavelina, Rosita, Azucena, Orquídea, son nombres reales de mujeres desaparecidas en Colombia que ahora tienen su representación en una muñeca de trapo y que, mientras se crean a mano, se construyen con algodón y telas, alivian la soledad de Paulina.
“Es una forma de reivindicar el buen nombre de nuestras mujeres y, de paso, sanarme con el arte. Cuando las estoy haciendo me digo que tienen que quedar bien lindas, tienen que quedar hermosas”, confiesa entre risas la autora.
La primera muñeca que Paulina realizó fue la representación de su hija Cristina. La vistió con el uniforme blanco de enfermera, tal y como la vio por última vez, y encontró un poco de paz en ese infierno que viven los familiares de los desaparecidos.
Después de su hija, llegaron otras como Jazmín (Zuly Jazmín Camelo Buzato) -desaparecida en la zona de Charras, en la región del Guaviare, Hortensia, Orquídea (reclutada a los 12 años por un grupo armado en el Meta), María Isabel... Cada una con un traje característico de paseo, guerrillera o colegial, según el criterio de la creadora.
Para Paulina Mahecha, esta actividad, que cuenta con el beneplácito de familiares de las víctimas le sirve “para sanar el dolor por medio del arte” y, sobre todo, para contar lo que pasó aunque sea con muñecas de trapo.
“No podemos permitirnos que se olvide lo que pasó. Mi hija tenía que dar muchas cosas para el país, estaba embarazada de tres meses y desapareció”, añade con los ojos húmedos, mientras presenta el acta de la fiscalía con la confesión de un exparamilitar colombiano donde se relata el suplicio de Cristina Cobo cuando fue detenida por los “Urbanos del Frente Centauro de las Autodefensas” en abril de 2004.
En aquel momento, Cristina Cobo realizaba un servicio rural como enfermera en el puesto de salud de Calamar (Guaviare) y fue acusada de colaborar con la guerrilla.
“Ella me decía que a quien llega a un hospital no le va a preguntar si es guerrillero o si es paramilitar o soldado... ella tiene que atenderlo”, apostilla su madre.
Como en el caso de Cristina, cada muñeca de trapo tiene su historia. Paulina Mahecha trabaja con amor y con el dinero de su bolsillo estos objetos que cuida hasta el detalle más pequeño. Ahora está pensando en ampliar la exposición e introducir hombres desaparecidos en su trabajo.
La tarea puede ser titánica. Las cifras divulgadas por el Observatorio de Memoria y Conflicto del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) de Colombia documentan más de 80 mil personas desaparecidas desde los años 70 a 2018.
Entretanto, Mahecha sigue preparando muñecas de trapo con sus manos y sueña con mostrar su trabajo, recordar a las desaparecidas, por toda Colombia como antídoto contra el olvido.