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Como ya es tradición, Finca Sala Vivé by Freixenet abrió las puertas de sus viñedos para celebrar la vigésima edición de la Fiesta de la Vendimia, en la que por tres días consecutivos se fusionó el arte, el queso y el vino de la casa, a la par de actividades como recorridos por las cavas y el divertido pisado de uvas.
Cerca de 15 mil personas arribaron de Guanajuato, Ciudad de México, Michoacán, Aguascalientes, Jalisco y San Luis Potosí; todos ataviados con un look veraniego para entregarse a la experiencia de la vid.
Este año el programa cultural incluyó la participación musical de Ricardo Montaner, Aida Cuevas y Celso Piña, quien puso a bailar hasta al más tímido, al ritmo de la cumbia sonidera.
“La música es como la cocina, todo se puede combinar en ciertos grados, medidas y volúmenes. En cuanto a la cumbia, es un ritmo tan pegajoso como el rock, que la gente, aunque no la sepa bailar, con sólo oír el ritmo, ya está moviendo los pies”, dijo el rebelde del acordeón momentos antes de ascender al escenario.
Además del delicioso vino en sus diferentes etiquetas y los respectivos espacios musicales, los asistentes tuvieron acceso a una zona gastronómica, donde productores locales ofertaron diferentes tipos de queso fresco, jamón serrano y platillos para maridar al gusto.
Un gran anfitrión
En la convivencia estuvo presente Lluis Raventós, director y enólogo de la finca, quien brindó junto a sus invitados por el 20 aniversario de esta celebración, que sembró el precedente de la tradición de la cosecha de la uva en Querétaro.
“En 20 años ha habido muchísimos cambios. De entrada, cuando Sala Vivé empezó recibimos a 500 personas y en general, era gente de la región. Dos décadas después estamos dándole la bienvenida a 15 mil asistentes en tres días. En todo ese tiempo, no hemos perdido nuestros principios, que son el pisado de la uva y la bendición de los viñedos; además, nos hemos implicado en el fomento de la cultura del vino, a través de diferentes actividades como conferencias especializadas y catas”, expresó Raventós.
Con el tiempo, la casa vitivinícola se ha posicionado en el mercado como una de las principales exportadoras de vino a nivel nacional, a través de la comercialización anual de dos millones y medio de botellas a España, Suecia, Estados Unidos y algunos países de Asia y Latinoamérica.
“Querétaro se está posicionando como la burbuja de México; es la zona por excelencia de los vinos espumosos. De hecho, todas las vinícolas de aquí están elaborando vinos por método de champenoise, siguiendo un poco el camino que ha abierto Salá Vive, con la que además competimos con grandes vinos tintos, rosados y blancos, los cuales avalan la calidad de la viticultura extrema que tenemos en la región”, aseguró.
Y en lo que va del año, la finca se hizo acreedora a once medallas en diferentes competencias internacionales, tales como el Concurso Internacional de Bruselas, Bacchus en España, Mundus Vini en Alemania, y en Tokio, que “avalan todo el esfuerzo y el capital humano que hay detrás”.
bft