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Grupos ecologistas de diversas partes del mundo han señalado a la empresa multinacional Monsanto, originaria de Estados Unidos, de fomentar la producción de semillas transgénicas.
De acuerdo con Greenpeace, lo que busca la multinacional es “convertir la producción agrícola y alimentaria mundial en un gran experimento genético, totalmente dependiente de sus semillas patentadas”.
También, la acusan de violar la ley, sobornar funcionarios, afectar la salud de la gente y de contaminar el ambiente con sus productos.
Recientemente Monsanto fue acusada por la Misión de Observación Ciudad de México-Campeche, un grupo de 22 organizaciones de la sociedad civil, de vender semillas de soya genéticamente modificadas en los municipios de Campeche donde la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) ordenó la realización de las consultas indígenas.
A través de un comunicado, la multinacional dijo que su negocio consiste en la venta de semillas de grano, fibras y vegetales para uso de los agricultores, pero que no se dedica a la siembra ni cosecha de cultivos con fines de comercialización.
Aseguró ser una empresa comprometida con el desarrollo de soluciones agrícolas sustentables, generando ciencia que permita disminuir el uso de recursos como el agua, fertilizantes o el suelo. Y lamentó “la desinformación promovida por grupos ajenos a la producción de alimentos, ya que, con estas acciones han generado que miles de agricultores mexicanos pierdan sus ingresos por no permitirles producir el cultivo de su elección, emplear tecnologías de agricultura moderna y sustentable, y que México sea más dependiente de las importaciones agrícolas”. (Pablo Espíndola)