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El beso es algo muy humano, pero en los animales hay conductas que probablemente tengan la misma relevancia biológica de formar un apego, una relación, se conocen como conductas socio-sexuales, por ejemplo el “grooming” o el acicalamiento. Los perros muchas veces llegan y se paran ante sus dueños y lo que quieren es que les hagas “cariñitos”, también entre ellos mismos puede haber estas conductas de acicalamiento, en algunas otras especies está el oler sus genitales. Hay diferentes conductas dependiendo de la especie y no siempre son afectivas, pueden servir también para quitar parásitos
Jorge Alan López Velázquez, maestro en Biología de la Universidad La Salle, explica que esa unión de los labios de dos humanos, surgieron a partir de los primeros primates. Las investigaciones sugieren que así alimentaban a sus crías, primero la madre masticaba el alimento y es así como se lo pasaba a su hijo, ya masticado.
“Los etólogos (expertos en el comportamiento animal) han interpretado que es una forma de darle protección y de asegurar que el alimento es inocuo para el animalito recién nacido, entonces es una manera de darle seguridad a la cría y aparte es una forma de demostrar los cuidados maternales en los primeros años de la vida”.
Para López Velázquez es importante recordar que los humanos evolucionamos a partir de especies primates que son bípedos, es decir, sus cuerpos están posados sobre dos extremidades.
“Según Darwin, quien fue el que más aportó a los orígenes de la evolución humana, todo esto de los besos tiene que ver con las características que tenemos los seres vivos y que se fundamentan en la selección sexual. ¿Qué es la selección sexual? Es toda característica que tiene un ser vivo para reproducirse y poder dejar descendencia, o sea, transmitir los genes que son las unidades de la herencia y se encargan de codificar todas las características de cualquier ser vivo. Entonces todos los animales, plantas y microorganismos en la naturaleza debemos de asegurar dejar esa descendencia para poder perpetuarnos y no extinguirnos”.
La evolución es clave para entender el funcionamiento de la boca, en un principio, su objetivo era permitir la ingesta de alimentos, pero con los años se le ha dado otras funciones como la de besar. Los labios se consideran una zona erógena debido a que tienen muchas terminales nerviosas que nos permiten percibir la sensación de otra persona, incluso a nivel cerebral.
“Los humanos no transmitimos el alimento de boca en boca a nuestras crías, ya le dimos otra connotación más relacionada con la amistad, con la educación”, dice el investigador.
El experto cuenta que en animales se ha observado que está más arraigado el roce de la boca para el acto de la copulación, para conseguir pareja. Por ejemplo, los reptiles como los cocodrilos, juntan sus hocicos antes del momento de la cópula, también lo hacen los delfines.
Han documentado además en los peces un acto parecido al beso.
“Ellos comen del agua, entra el alimento a su boca, lo mastican, regresan el alimento al agua y pareciera que se besan, pero en realidad no es un beso, lo que pasa es que cambian el alimento triturado”, afirma López Velázquez.
Por otro lado, los loros para arreglarse el plumaje juntan sus bocas, pero no es más que un acicalamiento de sus mismas plumas y uno podría interpretar que se están besando.
Otro ejemplo sería el comportamiento de los perros con los humanos.
“Recordemos que estos animales evolucionaron a partir de los lobos que siempre andan en manada, cazando, atacando en lo que conocemos como las jaurías, se supone que los perros están domesticados, ahora los perros te lamen la boca, uno consideraría que es un beso, pero más que eso lo utilizan para formar un vínculo de que pertenece a un grupo”.
Para el investigador es importante tener claro que los besos con denotación de pasión y amor son exclusivo de los humanos.
“Porque a nosotros nos besan incluso zonas que no son los labios y no necesariamente implica esa necesidad de copulacion”, finaliza el experto de la Universidad La Salle.
jpe