En varios lugares del mundo se preparan para el momento en que la Luna se atraviese impávida frente al astro rey. El eclipse de Sol del 21 de agosto es esperado ansiosamente por millones de personas, especialmente en Estados Unidos, único país con el privilegio de tener la llamada franja de totalidad, donde la Luna se verá cubriendo completamente el disco solar. En el nuestro, la Luna tan solo ‘morderá’ al Sol y, por tanto, al eclipse se le denomina parcial. Nuestro entendimiento de estos fenómenos celestes ha aumentado mucho, desde que en la cultura ancestral china se tocaran tambores y ollas para espantar al ‘perro celestial’ que, se creía, devoraba al Sol durante el eclipse.
Hoy sabemos que la Tierra es el único lugar del sistema solar en donde podemos disfrutar de eclipses totales de Sol, lo que se debe a una maravillosa coincidencia: el diámetro del Sol es 400 veces más grande que el de la Luna, y se encuentra 400 veces más lejos de nosotros.
La predicción de eclipses se hace gracias a las leyes del movimiento de los cuerpos celestes y es una muestra del triunfo de la ciencia en el entendimiento de nuestro entorno cósmico.
El de este mes está siendo ya el eclipse más documentado de la historia, gracias a las redes sociales, en donde se replican noticias de toda índole sobre el fenómeno.
Algunas hablan de la situación de alerta que se está generando en Estados Unidos por el desplazamiento de millones de personas a la franja de totalidad, que desde hace un siglo no recorre de costa a costa el país. Otras sorprenden al asegurar que las personas podrían perder hasta medio kilogramo de peso durante este fenómeno.
Aunque el alineamiento de la Luna, con la Tierra y el Sol, tiene consecuencias sobre la gravedad –fuerza que nos mantiene ‘pegados’ al planeta–, la variación en una persona de 80 kilogramos es equivalente a la cantidad de azúcar en una cuchara.
Esto se debe a que la Luna ejerce una fuerza sobre nosotros –que se suma a la del Sol– para contrarrestar la fuerza con la que nos tira el planeta, un efecto irrisorio que en realidad no tiene mayores consecuencias.
Se pronostica, además, que hay un efecto de marea en la roca sólida de la Tierra que formaría una especie de protuberancia, elevando la superficie unos cuatro centímetros durante el eclipse en la franja de totalidad.
Las únicas consecuencias graves para tener en cuenta son las que resultarían de observar el fenómeno sin la debida protección, usando filtros especiales o proyectando la imagen del Sol con una cámara oscura.
En ningún caso se debe hacer la observación solar usando radiografías, gafas oscuras o el reflejo del Sol en el agua, pues los daños en la visión podrían ser irreversibles.