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Alexis llega a la puerta de su casa —un cuarto de madera podrida con rayones de grafiti en algunas de las paredes—, se para frente a la puerta sobre un camino de basura y escombros, y en silencio, le da la espalda a su vivienda. A unos 25 pasos de él ya es Estados Unidos, pero un muro de lámina lo separa de la posibilidad de ese otro país.
Al joven de 23 años apenas se le asoma un bigote bajo su nariz, viste una camisa gris rota, igual que su pantalón, casi hecho harapos. Mantiene su mirada clavada en “el otro lado”, como dicen en el norte del país cuando se trata de territorio estadounidense.
Desde el 26 de septiembre sus días son uno igual al otro. La rutina consiste en llegar a su casa y pararse frente a la puerta para contemplar la prisa con la que se pretende fortificar la línea. Lo que su mirada alcanza a capturar a menos de 30 metros es al puñado de trabajadores estadounidenses que construyen los ochos prototipos de lo que, según advirtió el presidente estadounidense Donald Trump, será el nuevo muro que blinde la frontera.
Los ojos de Alexis se mueven en dirección de los constructores y se clavan en la inmensidad de los muros de prueba. Al cabo de unos segundos escupe una serie de improperios: Ese pinche muro vale madres. Ni ese ni ninguno va a detenernos. Grita al aire mientras levanta un puño cerrado.
Los datos le dan la razón. Según el último reporte de la Patrulla Fronteriza, ni las amenazas de Trump ni la inminencia del muro han detenido el flujo de personas que buscan alcanzar territorio estadounidense. Sólo en los últimos dos años, las cifras de migrantes arrestados por elementos de esta corporación al intentar cruzar la frontera entre San Diego, California, y Tijuana, disminuyó solamente en 1% en el caso de los menores no acompañados, mientras que en el caso de quienes viajan acompañados por adultos repuntó 15%, pues pasó de 2 mil 428 a 2 mil 782 en el lapso de octubre de 2015 a agosto de 2016, y el mismo periodo con corte a agosto de 2017.
Esta tendencia se ha mantenido a la alta desde la llegada de Trump a la Casa Blanca, ya que sólo en el mes de enero la Patrulla Fronteriza informó que detuvo a 31 mil 575 inmigrantes indocumentados en el límite sur con México, precisamente en el momento del traspaso de poderes entre los Barack Obama y Donald Trump.
Esa cifra fue la más elevada de los últimos cinco años durante un mes de enero y representó un incremento del 32 % respecto al mismo periodo de 2016, cuando los indocumentados detenidos fueron 23 mil 758.
Precisamente por ese flujo migratorio que no cesa este año, el Congreso de Estados Unidos aprobó un presupuesto de 10 mil millones de dólares para la seguridad de la frontera; mil 600 para construir el muro, y el resto, unos 7 mil, para reforzar la vigilancia con la Patrulla Fronteriza. Y a penas el mes pasado la agencia de Protección de Aduanas y Fronteras anunció a las empresas que ganaron la licitación para construir el muro en dos categorías: concreto y otros materiales como metal.
Las firmas ganadoras fueron Caddell Construction Co. LLC, de Montgomery, Alabama; Fisher Sand & Gravel Co. de Tempe, Arizona; Texas Sterling Construction Co., de Houston, Texas; W. G. Yates & Sons Construction Company, de Filadelfia, Mississippi; KWR Construction, Inc. de Sierra Vista, Arizona; y ELTA North America Inc. de Maryland.
Estas compañías son las que en este momento están construyendo los prototipos que se levantan en la línea entre Tijuana y San Diego y que le ensucian el paisaje a Alexis cuando mira la frontera.
Según la cónsul de México en San Diego, Marcela Celorio, la primera fase del proyecto de construcción consiste en levantar ocho prototipos durante uno o dos meses, de los cuales ya están listos cinco: cuatro de concreto y uno más de metal. Cada uno es una barda de entre 6 y 9 metros. Un monumento de concreto que supera por lo menos cinco veces el tamaño de un hombre promedio.
Las muestras abarcan tres millas de distancia en la frontera entre Tijuana y San Diego. Aunque, en palabras de la diplomática, esto aún no se trata de la edificación del muro, sino “una remodelación de la valla que ya existe” que iniciará en marzo del próximo año en la zona de Otay Mesa.
Lo que sigue será que la Oficina de Aduanas y Protección de Fronteras (CBP), realice una evaluación de los prototipos, según informó David Lapan, portavoz del Departamento de Seguridad Nacional de EU.
Aunque la cónsul Celorio le llama remodelación a esta prisa por levantar el muro, para los residentes que tienen sus casas sobre la avenida Constitución en Las Torres, una colonia enclavada entre cerros, el motivo para erigir una barda de más de 9 metros de altura sólo puede ser uno: “nos tienen miedo”, dice Juan Manuel, otro de los vecinos.
Juan Manuel Hernández es un hombre de 43 años de edad. Tiene más de cinco viviendo en una casita hecha con pedazos de madera y lámina, con una base de concreto.
Afuera de su vivienda lo reciben Terry y Erni, dos perros que se pasean entre la tierra como dueños del lugar. Uno de ellos tiene un mecate roto amarrado al cuello, pero igual anda por donde quiera, sube y baja entre las pequeñas montañas de basura que se forman frente a la casa, apenas a unos pasos de las probaditas del muro. “Con esos monstruos al frente es como si todos los días le mentaran la madre a uno, dice Juan Manuel, vecino de Alexis. “Usted verá, nadie nos quiere, los gringos con su muro y aquí pues resulta que también nos van a sacar porque van a construir sabe qué”, suelta el hombre de bigote tupido y piel bronce.
No se equivoca. Entre los planes de los gobiernos estatal y federal está la compra de terrenos en esa zona. El interés se debe a la ubicación privilegiada que tendrán estas tierras luego de la construcción del muro, lo que las convierte en el sitio ideal para erigir la garita Otay Mesa II. Un nuevo puerto de entrada inteligente que será edificado en las inmediaciones de Las Torres y que está planeado para arrancar operaciones en 2019.
“Nos quieren dar cualquier cosa. Unos pesillos por un patrimonio. No es mucho pero es lo que tenemos, unos vecinos ya vendieron y ahí andan batallando”, afirma.
***Foto: Las muestras de la valla que presentaron las empresas ganadoras de la licitación abarcan tres millas de distancia en la zona fronteriza.
Seguir cruzando
Alexis dice que llegó a Tijuana de Guanajuato hace tres meses. Vino porque quiere cruzar para encontrarse con sus primos y tíos, en Los Ángeles, California. Durante tres años juntó dinero y vendió casi todo lo que tenía en su antiguo hogar para pagar su ingreso a la Unión Americana: 5 mil dólares, cantidad no le fue suficiente, pues ahora los “coyotes” le piden 7 mil 500 dolares para cruzarlo.
A pesar de las complicaciones este joven está seguro de que logrará burlar el blindaje de la frontera, con todo y los nuevos pedazos de muro y los 2 mil 669 agentes de la Patrulla Fronteriza que vigilan el paso entre San Diego y Tijuana, de acuerdo con datos del Colegio de la Frontera Norte. “Ellos pueden poner todas las bardas de quieran, pero son pendejadas, de todos modos nos vamos a brincar porque la necesidad es mucha”, advierte.
Otros vecinos, como Ofelia Ramírez, piensan simplemente que el flujo de personas no va a parar. Ofe, como le llaman en la colonia, es una de las vecinas que tiene más tiempo viviendo en Las Torres y con la seguridad que le da su experiencia en la zona está confiada de que el muro no se concretará.
Dice que llegó hace más de 15 años a unos metros del muro, cuando las casas aun no alcanzaban la periferia. Tiene un puesto sobre ruedas en el que cada semana vende ropa usada que compra en Estados Unidos.
“Todo ya lo he visto. Coyotes, migrantes, traficantes, drogadictos, de todo. Aquí, tan cerquita de los gringos es así porque todo mundo quiere brincar al otro lado”, afirma.
Mientras toma su escoba y baila con ella sobre tierra recién mojada en la puerta de su casa, recuerda que hace dos semanas una pareja de migrantes caminaba sobre la avenida, y sin más, se subieron sobre las montañas de basura que están pegadas al muro de lámina y sin pensarlo se lanzaron del otro lado.
Ambos terminaron en medio de los trabajadores, y un par de minutos después, arrestados por oficiales de la Patrulla Fronteriza, que recibieron el reporte de los empleados, los mismos que se encargan de la construcción de lo que será la valla tan anunciada.
“¿Ve? Cómo se cruzan así, a plena luz del día, es por la desesperación. Ese pinche muro no va a frenar a nadie, pero va a ver cómo habrá de muertos o deportados”, advierte.