El único gato que viajó al espacio, y que regresó sano y salvo, tendrá su propio monumento en el centro de París, su ciudad natal, gracias a la recaudación de donativos de más de 1.100 admiradores.
Una campaña en el sitio web Kickstarter recaudó con éxito más de 57 mil dólares para crear "un monumento conmemorativo adecuado" para Félicette, una hembra de color blanco y negro que ayudó a allanar el camino para que los humanos viajasen al espacio, como la perra Laika, cuya gesta no había tenido reconocimiento.
El 18 de octubre de 1963, Francia convirtió a Félicette en el primer y único felino en viajar al espacio. Se lanzó sobre un cohete Véronique AG1 y voló cerca de 157 kilómetros sobre la Tierra, donde experimentó brevemente la ingravidez. Su cohete se elevó hasta seis veces la velocidad del sonido y la expuso a 9.5 G de fuerza. Quince minutos más tarde, regresó a la Tierra de forma segura, lanzándose en paracaídas en su pequeña cápsula espacial, sana y salva.
Y así, un gato sacado de las calles de París se convirtió en el único gato espacial. Desafortunadamente para Félicette, su legado ha sido eclipsado por muchos perros, monos y chimpancés que volaron al espacio en la década de 1960. Ahora, una brillante estatua de bronce de Félicette lucirá en su ciudad natal de París.
Félicette fue la elegida de los 14 gatos incluidos en el programa espacial francés para someterse a un entrenamiento de vuelo espacial. Su participación en la carrera espacial ciertamente no fue voluntaria, pero fue un gran hito para Francia, que acababa de establecer la tercera agencia espacial civil del mundo (después de los EE. UU. Y la Unión Soviética). La misión de Félicette ayudó a Francia a participar en la carrera espacial.
El entrenamiento involucró el mismo tipo de centrifugadora en el que los astronautas humanos se sientan durante su entrenamiento de verificación previa. Los gatos también tenían electrodos implantados en sus cerebros para que los científicos pudieran controlar su actividad neurológica.