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Cuando los analistas de datos aseguran que Facebook conoce a sus usuarios mejor que sus parejas, padres, hermanos, amigos íntimos, e incluso uno mismo, no exageran. Con la activación de un perfil, las personas autorizan a la empresa californiana acceder a un universo de información que antes de la era del internet era considerada de carácter reservado: desde datos personales como estado civil, fecha y lugar de nacimiento, hasta qué hace, a dónde vas, con quién se reúne y qué le gusta o desagrada.
Sin embargo, esa confianza depositada a ciegas en el gigante de Palo Alto, California, se ha visto seriamente dañada tras un escándalo que ha conmocionado el planeta. Facebook habría permitido a una empresa británica, Cambridge Analytica, acceder a datos de millones de usuarios para que fueran usados aparentemente durante la campaña presidencial de Donald Trump, según reveló una investigación de The New York Times y The Observer.
Los potenciales votantes, sin su consentimiento, habrían sido bombardeados con propaganda basada en su perfil sicológico, dirigida a influir en su decisión al momento de presentarse en la urna.
Para los expertos, como el investigador holandés, Jan Kuitenbrouwer, la controversia representa un peligroso salto cualitativo en materia de comunicación política, pues los anunciantes y propagandistas no sólo tienen a disposición el mapa de potenciales clientes, sino la puerta abierta para influir en la mente sin que se den cuenta, basta con darle clic involuntariamente a una imagen o un juego.
Entre 2010 y 2015, Facebook permitió a terceros recolectar datos personales de los usuarios y sus amigos a través de aplicaciones informáticas externas.
Para 2015, la firma de Mark Zuckerberg se dio cuenta de los riesgos potenciales de compartir información con terceros, por lo que modificó el acceso a la plataforma Open Graph API versión 1.0 para desarrolladores web.
Sin embargo, ya era demasiado tarde, Cambridge Analytica tenía en su poder los datos de millones de personas, incluyendo historial educativo, preferencia política, religión, comportamiento en foros, entre otra información.
La consultora británica se habría dado cuenta de la oportunidad de negocio ofrecida por la vulnerabilidad en 2013, cuando creó la entidad SCL Elections, de la que formó parte el canadiense Christopher Wylie, responsable de filtrar la información sobre el uso de los datos personales de Facebook con fines políticos.
La operación para recolectar la información se desarrolló a través de un proyecto desarrollado por el investigador de la Universidad de Cambridge, Aleksandr Kogan.
Bajo la firma Global Science Research (GSR), Kogan elaboró una aplicación bautizada con el astuto nombre “This is your digital life” (Esta es tu vida digital). Usando la Graph API facilitada por Facebook, usuarios participaron en una encuesta que completaban como si fuera un juego en el que se recopilaba información.
Más de 270 mil personas habrían usado la aplicación. Debido a que el sistema estaba enganchado a los amigos, en total, acumularon información personal de 50 millones de personas, de acuerdo con Christopher Wylie, de 28 años, quien dijo a The Guardian ser el creador del “arma de guerra sicológica” para Steve Bannon, el ex asesor y ex jefe de estrategia de Trump.
El 30 de abril de 2015, Zuckerberg pondría fin a Open Graph, y luego de revelaciones periodísticas de que GSR habría violado los estatutos de Facebook y potencialmente también la Ley de Protección de Datos, en diciembre de ese año exigió a Cambridge Analytica la destrucción del “material recopilado”.
La semana pasada diversas investigaciones periodísticas revelaron que la consultora británica sigue teniendo en su poder los datos de Facebook; al tiempo que un vídeo difundido por la cadena Channel 4 News, exhibió cómo la información puede ser utilizada para influir en las decisiones de los votantes, poniendo como ejemplo el éxito de la campaña de Donald Trump llevada a cabo en las redes sociales durante las presidenciales de 2016.
Facebook reaccionó declarándose “engañada” por la consultora británica y prometió fortalecer su política de protección de datos personales. “Esta es una ruptura en la confianza y me disculpo por no haber hecho más en ese entonces”, dijo la compañía a través de un anuncio publicado por Zuckerberg.
Pero la mea culpa no pone fin a las indagatorias, ni excluye la posibilidad de que la red social enfrente multas millonarias o acciones gubernamentales, pues los expertos consideran que el caso pone en evidencia la creación de un sistema que ha rebasado leyes, parece no tener freno y en secreto puede ser utilizado como una poderosa arma política.
La Eurocámara y el comité de Asuntos Digitales, Cultura, Medios de Comunicación y Deportes del Parlamento británico han llamado a Zuckerberg, de 33 años, para que aclare la filtración de los datos.
“Las denuncias sobre el uso indebido de los datos de los usuarios de Facebook son una violación inaceptable de los derechos de privacidad de nuestros ciudadanos. El Parlamento Europeo investigará a fondo, llamando a las plataformas digitales para rendir cuentas”, declaró el presidente de la Eurocámara Antonio Tajani.
Por lo pronto, unos 20 agentes del organismo británico responsable de control de datos (ICO) han intervenido las instalaciones de Cambridge Analytica, que afirma haber eliminado los datos, delega responsabilidades en GRS y desestima las acusaciones de Wylie.
“Esta no es una película de espionaje”, según Cambridge Analytica, pero ciertamente sí es un escándalo que llega hasta la Casa Blanca y compromete a una de las mayores empresas tecnológicas del planeta.