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Los estados de Carolina del Sur y Carolina del Norte, en Estados Unidos, se preparan esta semana para enfrentar a un poderoso fenómeno natural.
Se trata del huracán Florence, que el lunes ya se había convertido en una tormenta de categoría 4 con vientos de 195 kilómetros por hora y seguía ganando fuerza.
Los huracanes suelen variar en intensidad y forma, pero todos, como Florence, llevan nombres de personas. ¿Por qué?
Evitar confusión
Usar nombres propios en lugar de números o términos técnicos tiene el objetivo de evitar confusión y facilitar la divulgación de alertas.
El listado de nombres para los ciclones tropicales del Atlántico fue creado en 1953 por el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos (NHC, por sus siglas en inglés) y se ha utilizado como estándar para las listas de otras regiones del mundo.
Dichas listas son mantenidas y actualizadas por la Organización Meteorológica Mundial (OMM), agencia de Naciones Unidas con sede en Ginebra, Suiza.
De este modo, los huracanes se organizan cada año en orden alfabético -a excepción de las letras Q, U, X Y y Z-, alternando nombres masculinos y femeninos.
Y los nombres de estos son diferentes para cada región.
Hasta septiembre de 2017 hubo cuatro en el Atlántico: Frankly, Gert, Harvey e Irma.
Las listas -elaboradas con nombres en inglés, español y francés- se reciclan cada seis años. Así, por ejemplo, la lista que se utilizó en 2010 sirvió también para 2017.
Los comités regionales de la OMM se reúnen anualmente para decidir cuáles nombres de tormentas del año anterior deben ser "congelados" por haber causado un impacto particularmente devastador.
Un ejemplo es Katrina, el huracán que dejó más de 2 mil muertos en Nueva Orleans (Estados Unidos) en 2005, cuyo nombre no se ha reutilizado.
En 2011 apareció Katia en sustitución.
Mujeres y hombres
Koji Kuroiwa, jefe del programa de ciclones tropicales de la OMM, le explicó a la BBC que la práctica de ponerle nombre femenino a los huracanes se extendió entre los meteorólogos del ejército estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial.
"Preferían escoger nombres de sus amantes, esposas o madres. En aquella época, la mayoría recibía nombre de mujer".
El hábito se convirtió en norma en 1953, pero se añadieron también nombres masculinos durante la década de 1970, para evitar el desequilibrio de género.
En 2014, un estudio de la Universidad de Illinois, Estados Unidos afirmó que los huracanes con nombres de mujer mataban a más personas que aquellos con nombre masculino.
¿La razón? Que los llamados como mujeres se toman menos "en serio" y por ello hay menos preparación para enfrentarlos, según la investigación.
Los científicos analizaron las cifras de muertes causadas por huracanes en Estados Unidos durante más de seis décadas, concluyendo que las tormentas con nombre de mujer mataron a casi el doble de personas.
Tras conocerse estas conclusiones, desde el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos subrayaron que las personas deberían poner el foco en la amenaza que supone cada tormenta, independientemente de si llama Sam o Samantha.
Nombres regionales
Durante la era victoriana en Gran Bretaña, las tormentas se nombraban al azar.
Una tempestad en el océano Atlántico que destruyó el mástil de un barco llamado Antje en 1842 terminó llamándose huracán Antje.
En la región Caribe, por ejemplo, los huracanes se nombraban en honor a los santos católicos.
Por eso un huracán que golpeó Puerto Rico en julio de 1825 recibió el nombre de "Santa Ana".
En la actualidad, los nombres cambian de acuerdo con la región donde ocurren los ciclones.
En el oeste del océano Pacífico, por ejemplo, también se utilizan nombres de flores, animales, personajes históricos y mitológicos y alimentos, como Kulap ("rosa" en tailandés), según le dijo a la BBC Julian Heming, científico de previsiones tropicales del servicio meteorológico británico Met Office.
En el caso de que más de 21 huracanes se formen en el Atlántico en una misma temporada y agoten las letras latinas, las tormentas adicionales se nombrarán a partir del alfabeto griego.
*Esta nota se publicó originalmente el 7 de octubre de 2016 con motivo del huracán Matthew y se actualizó a raíz de la llegada a EE.UU. del huracán Florence.