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Guía de viaje para ser feliz en Costa Rica

Esta aventura está llena de lujos: paseos rodeados por paisajes 100% verdes, animales que pocas veces verás en vivo y un volcán que escupe lava

Para garantizar su conservación, solo siete lanchas pueden estar circulando por el parque, cada tres horas. (Foto: Cortesía Mawamba Park)
10/12/2017 |18:36
Redacción Querétaro
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TORTUGUERO, Costa Rica. — Un mono aullador comienza a bramar como si estuviera poseído. El sonido hace eco por toda la selva. Más primates se suman al ritual. Me entero de que es su manera de anunciar que el amanecer ha llegado al Parque Nacional Tortuguero, un tesoro natural de Costa Rica, caprichosamente custodiado por un laberinto de canales acuáticos y el mar Caribe.

Salgo de mi búngalo y una familia de monos está caminando sobre el techo: el macho por delante, protegiendo a la madre y la cría que cuelga del brazo de ella. Atrás van tres adolescentes, jalándose su larga cola y lanzándose guayabas que arrancan de los árboles.

Una cría de boa constrictor enroscada en el barandal de la terraza me hace desistir de seguir contemplando la escena.

¡Pura vida! Es lo que hay en Pachira Lodge, un hotelito ecológico al borde de la laguna, cuyo único acceso es, primero, a través de un vuelo en avioneta desde San José y, luego, un viaje en lancha que te interna por los canales hasta llegar al embarcadero del lodge.

intintercalda_10destinos_tortuguero_costarica1.jpg (Foto: Alan Carranza/El Universal)

Tanta exclusividad tiene su razón: a mediados de la década de los setenta, los bosques lluviosos de Tortuguero estuvieron a punto de desaparecer por la tala desmesurada.

¿Qué hubiera sido de los osos perezosos, los basiliscos, los tucanes y hasta los quetzales que hoy estoy observando sin ayuda de unos binoculares? Para salvar este santuario, el Gobierno de Costa Rica lo declaró Parque Nacional.

El verde es vida
A las siete de la mañana inicia el primer recorridoque organiza el hotel. Debo ser puntual porque la embarcación tiene poco tiempo para internarnos por los canales. Una de las principales medidas de conservación es que solo siete lanchas pueden estar circulando por el parque, cada tres horas.

Entramos por Caño Harol, el canal principal. Erick, el guía, con un ademán me pide silencio total. “Si puedes aguantar la respiración un ratico, mucho mejor”, me dice con ese jocoso acento que tiene los ticos.

La embarcación se abre camino entre un jardín acuático de lirios, habitado por cientos de jacanas. Erick, que también es biólogo, nos dice que son la evolución del Pterodáctilo. No tiene pinta de dinosaurio, más bien es como una gallina escuálida de largas patas y plumas cafés.

Al otro lado, un lagarto se desliza lentamente hacia el agua. Arriba de él hay una verdadera fiesta: los monos tití están brincando de una rama a otra con tal frenesí, que dejan caer semillas y frutos al agua. Esto parece molestarle a los congos (monos aulladores), quienes nuevamente lanzan su bramido y aplacan el escándalo de sus pequeños parientes.

Los manglares crean una red de túneles por donde apenas cabe la embarcación. Erick apaga el motor de la lancha, me pide cerrar los ojos y disfrutar de las delicadas gotas de lluvia y el aroma a tierra fresca.

Otro espectáculo está por comenzar: la neblina acaricia suavemente la copa de los árboles, mientras las cigarras intensifican su canto, atrayendo una tormenta eléctrica.

Tesoro nacional
El tiempo del paseo por los canales se acaba. La aventura sigue en Mawamba Park, otro lodge que opera como centro de conservación de ranas. En Costa Rica habitan 99 de las 135 especies de ranas y sapos que existen en el mundo.

El hotel tiene su equipo de biólogos que lleva a los turistas a internarse por el bosque tropical para buscar “blue jeans”.

¡Ni tocarlas! Para cazar, los indígenas utilizaban el sudor tóxico de estas ranas. Con la punta de sus flechas acariciaban su cuerpo e inmediatamente obtenían armas inhibidoras del sistema nervioso. Hemos encontrado una, pero Erick sugiere que la dejamos descansar.

Más adelante, veo las ranas verdes de ojos rojos. Se aferran al tallo de los helechos gigantes y, cuando se sienten amenazadas, abren sus ojos saltones, muestran las patas naranjas y sus costados de color azul y amarillo brillante.
iintercalada_10destinos_tortuguero_costarica9a.jpg  (Foto: Alan Carranza/El Universal)

Ellas conviven con las ranas cristal, cuyos órganos se observan a través de la piel. También encuentro ranas dardo. No corro peligro porque su cuerpo es verde con motas negras. Si fuera dorada, entonces podría estar pasando los últimos minutos de vida. Esta rana es considerada la más venenosa de la Tierra, con una sola gota de sudor puede matar a 10 humanos.

Para terminar la vista en Mawamba, me voy a la parte trasera del hotel. Aquí se extiende el mar Caribe, pero no el de agua turquesa, sino de tonalidad oscura por la cantidad de arena volcánicaque se asienta en el fondo.

Esta franja de playa de 35 kilómetros es privilegiada a nivel mundial: aquí se da el mayor desove de tortugas verde y baula, la especie de quelonio más grande del mundo. El caparazón alcanza los 1.8 metros de largo y llega a pesar hasta 400 kilos.

La temporada de arribazón es de junio a octubre. Por las noches, los turistas tienen la oportunidad de unirse a una cuadrilla de biólogos para observar la anidación y ayudar a recolectar huevos. Para ello, deben vestir de negro, no pueden tomar fotos ni pisar la arena con zapatos.

Qué lástima no haber viajado en los meses correctos. Tendré que conformarme con una cena a la luz de las velas en medio de la selva.

intercalada_10destinos_tortuguero_costarica2int.jpg  (Foto: Alan Carranza/El Universal)

Baño termal bajo la luna llena
Mi travesía por Costa Rica continúa hacia La Fortuna, al norte del territorio tico. Para llegar hay que hacer un viaje en autobús de casi cinco horas. Vale la pena cuando llegas a un poblado flanqueado por el imponente volcán Arenal, declarado Parque Nacional en 1994.

Sus fumarolas me dan la bienvenida a la cuna del canopy y las aguas termales. Es casi de noche y el ecolodge Tabacón ya cerró las puertas al público. Solo sus huéspedes pueden seguir disfrutando de sus termas escalonadas, rodeadas por una frondosa vegetación.

El cielo está iluminado por la luna llena. No pierdo tiempo y me pongo el traje de baño. El vapor que emana de las piscinas naturales hace complicado el ascenso a la primera poza: por estar en la parte más alta es la más caliente.

No hierve, pero en menos de un minuto los dedos de mis manos y pies ya están arrugados. A un lado hay una poza de agua fría. El choque de temperaturas se convierte en un juego.

Las pozas son de origen volcánico. De haberlo sabido antes, mis rodillas no hubieran sufrido tremendos raspones. Hay secciones donde el agua se desploma en cascadas y, detrás de ellas, se esconden cuevas en las que viajero reposa y deja que los minerales nutran la piel.

intercalalda10destinos_tortuguero_costarica6a.jpg  (Foto: Tabacon Grand Spa Thermal Resort)

No recuerdo cuánto tiempo he estado brincando de una poza a otra, solo sé que esta noche dormiré como bebé y recuperaré fuerzas para mañana. Un circuito de tirolesas en medio de un bosque de niebla me espera.

¡A volar!
Además del rafting y las cabalgatas a las faldas del volcán para descubrir su forma cónica, el canopy es una de las actividades estrella para comenzar el día.

Sky Adventures tiene el mejor circuito: siete tiros elevados a mil 200 metros sobre la copa de los árboles permiten admirar en todo su esplendor laslagunas turquesas que rodean el Parque Nacional Volcán Arenal.

Para iniciar el recorrido, me equipan con casco, guantes de carnaza, rodilleras y coderas. Estoy lista para subirme al teleférico que me llevará a la plataforma de salida. Una vez enganchada al primer cable, no hay retorno, así llueva, truene o relampaguee.

En este circuito también se instalaron puentes colgantes de casi medio kilómetro de longitud que funcionan como miradores. Desde cualquier punto se observa al Arenal lanzando fumarolas. Su rugido a veces se puede percibir, al igual que los finos hilos de lava.

Después de dos horas y media de andar volando sobre los árboles, llego al último cable. Tengo 700 metros de longitud para gritar todo lo que quiera, pero me quedo callada. Solo en paz es como se contemplan los tesoros que nos regala la naturaleza.

Al día siguiente saldrá el avión que me regresará a casa. Volveré sin fobia a las arañas y con una sonrisa enorme por haber visitado uno de los países más felices del mundo.

GUÍA DEL VIAJERO

QUIÉN TE LLEVA
Avianca tiene vuelos directos desde la Ciudad de México a San José. Tarifa: desde 11 mil pesos, vuelo redondo. Impuestos incluidos. Tiempo estimado de vuelo: dos horas. 

La aerolínea Sansa opera los vuelos chárter desde San José a Tortuguero. Vuelo sencillo: 92 dólares. Tiempo estimado de viaje: 40 minutos. 

Dónde dormir
Pachira Lodge ofrece habitaciones sencillas desde 296 dólares por noche. Incluye todos los alimentos y recorridos por los canales de Tortuguero. 

Mawamba Park. Habitaciones desde 288 dólares por persona. Incluye tour de ranas y mariposario. En temporada de tortugas, el costo del tour matutino es de 25 dólares por persona, en el día, y 50 dólares, por la noche. Cuenta con guía

Actividades
Aguas termales de Tabacón. Puedes adquirir pases de un día, con un alimento incluido (comida o cena): 70 dólares por persona. 

Canopy. El circuito de siete tirolesas cuesta 81 dólares por persona. Incluye paseo en teleférico. 

En paquete
Costa Rica Trail organiza viajes de ocho días para conocer Tortuguero y Monteverde, desde mil 90 dólares por persona. Incluye transportación local, hospedaje, guías e impuestos.