Los pueblos nahuas, aquellos que compartían la lengua náhuatl, así como formas de ver el mundo, se ubicaban en los Valles de México, de Toluca, de Morelos, Puebla, Guerrero, Veracruz y parte de Oaxaca.
No contaban con relojes como los conocemos, tampoco tenían un concepto de hora como el actual, que consiste en un tiempo preciso que dura exactamente 60 minutos, explica el doctor Gabriel Kenrick Kruell, investigador del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM.
Ellos recurrían a la naturaleza. Observaban la posición del Sol, la Luna y las estrellas. Además, la clase gobernante hacía sonar instrumentos de viento y encendían fuegos en lo alto de los templos en tiempos específicos para dar señales visuales y sonoras que indicaban un momento del día.
Eran atentos observadores del cielo y de la luz del Sol, notaban cuando salía, el ocaso, cuando estaba más alto en el cielo, al medio día. También en la noche observaban la posición de las estrellas, agrega.
“La ubicación de las constelaciones no solo les permitía dividir la noche en diferentes momentos sino también considerar en qué época del año se encontraban para sus actividades agrícolas. Las mujeres observaban la Luna porque con ella llevaban un mejor control del tiempo de sus embarazos y de sus ciclos menstruales”.
La media noche
Como muchas otras sociedades antiguas, los nahuas dividían el día en cuatro momentos: uno que iba de la salida del Sol, al medio día, del medio día al ocaso, del ocaso a la media noche y de la media noche al amanecer.
También tenían horas importantes en las que se realizaban actividades cotidianas. Por ejemplo, tlacualizpan era “la hora de almorzar” entre las 9 y las 10 de la mañana y netetequizpan la “hora en que la gente acostumbraba irse a dormir” alrededor de las 10 u 11 de la noche. Los sacerdotes probablemente se dormían más temprano porque se despertaban a la media noche a hacer múltiples actividades.
El doctor Gabriel Kruell señala que algo que ha llamado su atención al estudiar las horas en la vida cotidiana de los nahuas es que para ellos la media noche era muy importante.
“Para nosotros, este momento marca el inicio de un nuevo día pero es un tiempo de inactividad o descanso, en cambio para los antiguos nahuas además de ser una fase de transición entre un día y otro, era un momento de vida muy importante. Los sacerdotes despertaban a esa hora para llevar a cabo sus actividades de observación del cielo, sacrificios a los dioses o de cuidado de los templos”.
El especialista concluye que estudiar cómo vivían el tiempo los nahuas prehispánicos es importante porque los aspectos de la vida cotidiana son de muy larga duración y algunos siguen vivos en numerosas comunidades indígenas y en la cultura popular mexicana, conviviendo con los conceptos y costumbres que los europeos trajeron a Mesoamérica.
Dirección General de Divulgación de la Ciencia, UNAM