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Brasilia.— La hora de la verdad llegó para Jair Bolsonaro, quien tendrá que demostrar a partir del martes si tiene tanta habilidad para gobernar Brasil como para hacer diatribas electorales contra la corrupción política, los partidos de izquierda y la “ideología de género”.
El ex militar llega con una legitimidad conferida por una clara victoria en las urnas y con un paisaje político devastado por cuatro años de escándalos de corrupción, de crisis económica y de auge de la criminalidad. La izquierda está dividida y los partidos de centro-derecha quedaron reducidos a fuerzas inexpresivas.
Las camisetas ‘verdeamarelas’ estaban ayer por toda Brasilia, pero no para alentar a la selección, sino para la toma de posesión.
Decenas de brasileños —en su mayoría blancos y de clase acomodada— se aglomeraron ayer alrededor de la Explanada de los Ministerios, donde se desarrollaba el ensayo general para la investidura del próximo martes, y que estuvo marcado por un fuerte esquema de seguridad que los mantuvo distantes del cortejo que simuló el recorrido.
“¡Será mucho mejor ver la ceremonia real, en dos días!”, afirmó Silvia Capital, habitante de Brasilia.
Automóviles con dobles del presidente electo y su esposa, Michelle Bolsonaro, y de su vicepresidente, Hamilton Mourao, y su esposa, Paula, cumplieron los trayectos y los pasos previstos para el protocolo.
Los Dragones de la Indepedencia, un vistoso regimiento de caballería que integra la guardia presidencial, pasaron de repente cerca de los curiosos y éstos estallaron en aplausos. “¡Brasil!, ¡Brasil!”, se entusiasmaron. Al igual que el presidente electo, mostraron fascinación por el mundo militar y la mayoría considera que los años de la dictadura (1964-1985) fueron beneficiosos para el país.
Con la cara del futuro presidente estampada en su camiseta, Daniel Dias Santos, quien viajó durante cinco días en motocicleta para llegar a Brasilia, defendió la flexibilización de la posesión de armas, una de las promesas de campaña de Bolsonaro.
El general de la reserva Augusto Heleno Ribeiro, quien será el ministro del gabinete de Seguridad en el gobierno de Bolsonaro, comparó ayer la posesión de un arma de fuego con la de un automóvil, por los riesgos y los peligros que implica conducir un vehículo. Bolsonaro anunció ayer que planea un decreto para facilitar la posesión de armas a ciudadanos sin antecedentes penales.
El presidente electo, que nombró a ex militares para encabezar seis de 22 ministerios, además de la vicepresidencia, llegó a Brasilia el sábado y se instaló en la Granja del Torto, una de las residencias oficiales. Aún no se sabe si, por seguridad, la pareja presidencial se trasladará el martes en un vehículo cerrado o abierto.
Para su toma de posesión se ha diseñado un fuerte esquema de seguridad que incluye equipos antimisiles, aviones de combate y un riguroso control terrestre. La ceremonia ocupará el centro de poder de Brasilia, cuyas calles permanecerán bloqueadas al público.
Se espera la presencia de por lo menos 12 jefes de Estado y de gobierno. Entre los presentes estarán el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, y el premier israelí Benjamin Netanyahu, quien aseguró ayer que Bolsonaro le dijo que era una cuestión de “cuándo, no de si” trasladará la embajada de su país en Israel de Tel Aviv a Jerusalén.
En escena habrá más de 3 mil 200 policías, bomberos e integrantes del Ejército, la Marina y la Aeronáutica. El Palacio del Planalto estima, además, la presencia de entre 250 mil a 500 mil personas en la Explanada de los Ministerios, por donde debe pasar el cortejo presidencial.
arq