La neumonía es la principal causa de mortalidad infantil en el mundo. Está causada por bacterias, virus u hongos, y produce en los niños dificultades para respirar debido a que los pulmones están llenos de pus y líquido. El año pasado se cobró la vida de 800 mil niños, o lo que es lo mismo, un niño falleció cada 39 segundos.
Científicos de la Universidad Johns Hopkins en EE UU han presentado un estudio en el que demuestran que si aumentaran las medidas para combatir la neumonía se podrían evitar cerca de nueve millones de muertes infantiles debido a esta y otras enfermedades.
Los resultados muestran que con mayores servicios de prevención y tratamiento de esta mortífera enfermedad infecciosa, se podrían salvar las vidas de 3,2 millones de niños menores de cinco años. Además, eso crearía un “efecto dominó” que permitiría prevenir a su vez otras 5,7 millones de muertes infantiles a causa de otras enfermedades, un factor que recalca la necesidad de contar con servicios de salud integrados.
Aunque algunos tipos de neumonía pueden prevenirse con vacunas y tratarse fácilmente con antibióticos de bajo coste si se diagnostica correctamente, decenas de millones de niños siguen sin estar vacunados, y uno de cada tres niños con síntomas no recibe atención médica esencial.
Las muertes infantiles a causa de la neumonía se concentran en los países más pobres del mundo, y quienes más lo sufren son los niños más marginados y vulnerables. Si se mantienen las tendencias actuales, tres millones de niños menores de cinco años podrían morir por esta enfermedad entre 2020 y 2030.
Durante la próxima década, se estima que el número de muertes sea mayor en Nigeria (1,4 millones), India (880 mil), República Democrática del Congo (350 mil) y Etiopía (280 mil).
Las intervenciones sanitarias encaminadas a mejorar la nutrición, proporcionar antibióticos, aumentar la cobertura de vacunación e impulsar la lactancia materna –todas ellas medidas clave que reducen el riesgo de muertes infantiles por neumonía– podrían también prevenir millones de muertes de niños a causa de enfermedades como la diarrea (2,1 millones), sepsis (1,3 millones) y sarampión (280.000).
“El número de vidas que podrían salvarse es potencialmente mucho mayor, ya que el modelo no tuvo en cuenta factores como la disponibilidad de oxígeno medicinal o las acciones para reducir los niveles de aire contaminado (uno de los mayores factores de riesgo para la neumonía)”, asegura Kevin Watkins, director ejecutivo de Save the Children. “Sería moralmente indefendible quedarnos parados y permitir que millones de niños sigan muriendo por falta de vacunas, de antibióticos asequibles y de tratamiento con oxígeno”, añade.
De acuerdo con la directora ejecutiva de UNICEF, Henrietta Fore, “si somos serios a la hora de salvar vidas de niños, también debemos serlo cuando se trata de combatir la neumonía. Como muestra el actual brote del coronavirus, esto se traduce en mejorar la detección y la prevención. Significa hacer diagnósticos correctos y prescribir tratamientos adecuados. También implica abordar las principales causas de la mortalidad por neumonía, como la desnutrición, la falta de acceso a vacunas y antibióticos, y abordar el complicado reto de la polución del aire”.