China, el primer país donde se detectó el coronavirus en 2019, es uno de los pocos que siguen la estrategia de cero Covid para contener la pandemia.
Pero después de dos años de fronteras virtualmente cerradas, pruebas masivas, confinamientos focalizados y cuarentenas, la estrategia está puesta a prueba como nunca antes con un brote de contagios en todo el país.
Millones de personas enfrentan confinamiento actualmente en China, pero ¿podrá el país mantener su política ante el avance de la variante altamente contagiosa ómicron?
China se aisló del mundo en marzo de 2020 al adoptar una estrategia que denominó "dinámica cero" para contener los brotes con confinamientos estrictos y pruebas masivas.
En China, las personas pueden ser impedidas de salir de su edificio u obligadas a permanecer en una habitación de hotel si se les considera un contacto de alto riesgo.
Con aplicaciones para seguir a las personas contagiadas, los contactos suelen ser detectados y puestos rápidamente en cuarentena.
Tiendas, escuelas, sitios turísticos, edificios de oficinas y centros comerciales han sido cerrados con personas adentro, luego de detectar un solo contacto de alguien contagiado.
Las autoridades locales se ven presionadas a contener cualquier foco de contagio para evitar ser destituidos o reprochados en la prensa estatal.
Los pobladores son obligados a permanecer en casa de un momento a otro, como ocurrió con los 17 millones de habitantes de Shenzhen, puestos en cuarentena ayer domingo, 13 de marzo.
El número de vuelos comerciales colapsó y los pocos pasajeros que llegan pasan semanas en cuarentena estricta.
El gobierno dijo que no renovará los pasaportes chinos vencidos a menos que el portador tenga un motivo válido para viajar, lo que redujo la demanda de viajes al exterior.
El número de contagios en China desde el inicio de la pandemia, de 115 mil, es una fracción de los registrados en otros países, y la cifra oficial de muertes permanece abajo de 5 mil.
Los dirigentes comunistas de Pekín hicieron del manejo de la pandemia un asunto de importancia política, al señalar que la baja tasa de mortalidad demuestra la solidez de su modelo de gobierno.
Citan la caótica respuesta de Estados Unidos del Covid-19 como un ejemplo del fracaso de las democracias liberales. Los analistas advierten que cualquier cambio en la estrategia necesitará un cambio en la percepción sobre el virus entre la población china.
Aliviar las restricciones podría ser riesgoso para el presidente Xi Jinping, quien busca un tercer período de gobierno en octubre, luego de presentarse como el líder que mantendrá la seguridad en China.
La estrategia de cero Covid tiene un costo, tanto humano como económico.
Ha causado interrupciones en ciudades portuarias y áreas fronterizas, que enfrentan constantes confinamientos.
Analistas señalan que los cierres de fábricas y negocios han incidido en la desaceleración económica.
Al mismo tiempo, comunidades confinadas han reclamado de la falta de acceso a alimentos y tratamiento médico.
El caso de una mujer china embarazada que sufrió una pérdida luego de que el confinamiento atrasó su acceso a la atención médica, desató un debate sobre los límites de la estrategia de cero Covid.
Por otro lado, trabajadores migrantes han quedado separados de sus familias por meses debido a las severas reglas para viajar.
La estricta aplicación de la política generó furia, como cuando trabajadores de la salud mataron a golpes a un perro galés luego de que sus dueños fueron enviados a cuarentena.
Un destacado científico chino dijo este mes que el país debe buscar coexistir con el virus.
A su vez, el gobierno anunció la introducción de pruebas rápidas de antígeno por primera vez, lo que permitiría hacer pruebas en casa y potencialmente aliviaría el control estatal sobre el manejo de la crisis sanitaria.
Sin embargo, hay preocupación con la capacidad del sistema sanitario del país y la eficacia de las vacunas locales.
Investigadores de la Universidad de Pekín han advertido que China podría sufrir un "brote colosal" que desbordaría a su sistema de salud si alivia las restricciones, como ocurrió en Europa y Estados Unidos.
Las autoridades miran ansiosas la experiencia de Hong Kong, cuyos hospitales luchan con un reciente brote de Covid-19.
La ciudad enfrenta actualmente una de las tasas de mortalidad más altas del mundo por el virus, ante un brote provocado por la variante ómicron que golpeó a la población más anciana, con bajas tasas de vacunación.