Un reciente estudio sobre las serpientes dejó de lado su imagen de tener la sangre fría y aseguró que son unas criaturas más cariñosas de lo que se creía, ya que protegen sus nidos y se quedan con sus crías durante un periodo breve tras la eclosión de los huevos.
El estudio del comportamiento en la crianza de la pitón sudafricana, publicado este mes en el Journal of Zoology, con sede en Londres, es el primer informe sobre cuidado maternal de crías por parte de una serpiente ovípara.
Basado en siete años de trabajos sobre el terreno, Graham Alexander, de la Universidad de Witwatersrand de Johannesburgo, halló que las pitones hembra se pasan cerca de siete meses sin comer, desde el momento del apareamiento hasta después del nacimiento de su prole.
Al ser reptiles, las serpientes son "ectotérmicas" en términos biológicos -de "sangre fría" en lenguaje llano-, lo que significa que sus cuerpos dependen de una fuente externa de calor. A diferencia de los mamíferos, que tienen un "horno" interior que necesita combustible de forma constante, los reptiles pueden pasar largos periodos sin alimentarse.
"Tiene que haber una ventaja evolutiva, ya que la madre interrumpe su alimentación durante todo ese tiempo, algo que obviamente tiene costos para ella, así que debe haber algunos beneficios que superan ese costo", comentó Alexander a Reuters. Las hembras pueden perder un 40 por ciento de su peso corporal durante este periodo.
Pese a todo, hay límites. Tras la eclosión de los huevos, las hembras solo pasan dos semanas con sus crías, que suelen ser docenas. Además, no les dan comida ni les instruyen sobre cómo sobrevivir en el mundo salvaje.
Sin embargo, durante ese tiempo, las crías son arropadas todas las noches por el abrazo protector de su madre, algo que según Alexander les ayuda a mantenerse calientes, aumentando probablemente sus posibilidades de sobrevivir.