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Malala Yousafzai, activista y bloguera pakistaní, ganadora del Premio Nobel de la Paz en 2014 a los 17 años y hoy la mujer más joven en hablar ante el Parlamento canadiense, agradeció a Canadá el liderazgo a favor de miles de refugiados en el mundo y confió en que “sus vecinos” sigan este ejemplo.
“Oro porque ustedes continúen abriendo sus hogares y sus corazones a los niños y sus familias más indefensos del mundo. Deseo que sus vecinos sigan su ejemplo”, dijo la defensora de la educación de niñas, quien aplaudió el apoyo de Justin Trudeau a los derechos de las mujeres.
Senadores y diputados de la Cámara de los Comunes de Canadá aplaudieron por varios minutos y en repetidas ocasiones poniéndose de pie las palabras de Malala Yousafzai, defensora de la educación de niñas, correceptora del Premio Nobel de la Paz en 2014 y, desde hoy, la sexta persona y la más joven en recibir la Ciudadanía Honoraria de Canadá.
Hablando en un inglés pausado y colocándose el velo que se le resbalaba en la abundante cabellera negra, Malala señaló que este odio “quiere dividirnos y destruir nuestra democracia, nuestra libertad de religión, nuestro derecho a ir a la escuela, pero nosotros hemos rechazado ser divididos”.
La autora del libro “I am Malala”, cuyo ejemplar donó a la Biblioteca del Parlamento, aplaudió las acciones de Canadá por recibir a más refugiados de Colombia, Uganda, Paquistán y otros países, que han encontrado en Canadá “la tierra prometida”.
Recordó que como refugiada conoce el miedo que provoca el no saberse segura. “Recuerdo que cada noche leíamos un verso de Corán para sentirnos protegidos”, dijo la joven paquistaní mirando a su madre quien se secaba las lágrimas y era consolada por su padre, quien le enseñó el valor de la educación.
“Cuando iba a la escuela escondía mis libros debajo de mi mascada porque sabía que alguien me podía hacer daño. El ruido de las bombas me despertaba y leía en las noticias que más gente inocente había muerto”.
Malala dijo que diariamente familias de Paquistán, Somalia, Venezuela, Irak, el Congo se ven forzadas a dejar sus hogares debido a la violencia, por lo que el lema “Bienvenido a Canadá”, más que un hashtag, es un espíritu de humanidad que desean todas las familias que están en crisis.
Al dirigirse a las mujeres jóvenes la premio Nobel les recomendó “seguir adelante, alzar sus voces y la próxima vez que venga me gustaría ver más de ustedes ocupando estos lugares”, indicó mientras señalaba con su dedo los elegantes asientos verdes de la Cámara de los Comunes.También hubo mensajes para los hombres: “sean orgullosamente feministas y ayuden a las mujeres a tener iguales oportunidades que los hombres”. En el mundo hay 130 millones de niñas fuera de la escuela.
La nueva ciudadana honoraria de Canadá terminó su discurso diciendo que la solución a los problemas que estamos enfrentando, como las guerras, la inestabilidad económica, el cambio climático, la crisis de salud, está en las jóvenes. “La educación secundaria puede transformar comunidades, países y al mundo”.