Como en aquellas historias llenas de romanticismo, en la que dos desconocidos se enamoran tras cruzar miradas, María José López y Tihomir Knezevic se conocieron de manera fortuita a principios de este año en una cafetería de Estados Unidos.
Tras nueve meses de realizar largos viajes para visitarse, decidieron casarse en Querétaro durante una celebración que se distinguió por la fusión cultural entre México y Croacia, país de donde es originario Tihomir.
Desde América del Norte, amigos íntimos y familiares del novio se trasladaron para formar parte de este momento tan especial, entre quienes estuvieron presentes Marina, Ljuban Knezevic, Luz María Aguayo y José Antonio López, padres de los novios, quienes durante el ritual católico bendijeron la unión entre las familias.
La celebración religiosa fue enmarcada en la pequeña capilla de la ex hacienda La Casa del Molino, cuyo interior fue decorado con cientos de velas, que con su suave fulgor, iluminaron los pasos de la novia y de su padre hasta el altar, quienes al ritmo de Canon de Pachelbel caminaron sobre una alfombra tapizada de pétalos de rosa.
Durante el acto, Adrián Bissiachi y Cristina Rabell, fungieron como padrinos de velación; Nathalie Castellanos y Branuslav Basaric, de anillos; Margarita Ayala y Damián Tort, de arras; María del Carmen Aguayo y Ricardo Domínguez, de lazo; Adriana Barroso y Ana Gil, de Biblia y rosario, y Lucero Uribe, de Ramo.
“Enamórense exclusivamente de sus raíces y no de sus flores, para que en el otoño todo haya valido la pena”, dijo a la pareja el sacerdote oficiante, quien en punto de las 19:40 horas, y seguido de los aplausos y aclamaciones de los invitados, los declaró marido y mujer.
Felices, los recién casados salieron tomados de la mano hacia el gran banquete nupcial, donde fueron recibidos por 250 personas, quienes al unísono de la canción “Gone, gone, gone”, de Phillip Phillips, agitaron listones blancos en el aire, mientras la pareja traspasaba tres arcos florales hasta la mesa principal.
Enmarcados por una decoración estilo mediterráneo, en el que destacaron cientos de velas al interior de pequeños búcaros de cristal, los asistentes se deleitaron con una menú de tres tiempos.
Los platillos fueron maridados con vino tinto queretano y bebidas tradicionales de Croacia como la rakia, que es un licor muy popular en la región de la península balcánica, producto de la destilación de frutas fermentadas.
Casi al final de la noche, la novia abrió la pista en compañía de su padre al ritmo de “I loved her first”, seguida por su esposo y su suegra, quienes luego de intercambiar varias sonrisas y un emotivo abrazo, bailaron al compás de “Wind beneath my wings”, de Bette Midler. Finalmente la pareja dio lugar a su vals con la canción “Perfect”, de Ed Sheeran, luego del cual fueron rodeados por los demás invitados, quienes se unieron al zapateo y taconeo para celebrar el nuevo matrimonio.
“Nos conocimos en una cafetería de Indiana el primero de enero de este año, mientras yo disfrutaba de mis vacaciones”, comparte María José, quien recuerda que Tihomir se acercó hasta ella para invitarle un té. Luego de platicar durante horas, le pidió su teléfono y a las dos semanas viajó a México para verla.
En marzo, durante una de las tantas visitas de Tihomir, María José lo llevó al restaurante La Mariposa “porque él es fanático del helado. Al salir, pasamos cerca de San Antonio de Padua, templo al que ingresamos luego de que le compartiera que se trataba de mi iglesia favorita. Una vez dentro, se hincó, sacó el anillo, y me dijo: ‘Este es el momento perfecto para hacerlo bajo los ojos de Dios, porque así como está empezando nuestra relación, quiero que sea siempre’, relató la novia.
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