La posibilidad de encontrar vida extraterrestre se ha convertido en el nuevo "Santo Grial" y expertos reunidos en un congreso en Mesa, Arizona, estiman que no habrá que esperar siglos sino décadas para certificar este hallazgo y apuntan a las lunas de Saturno y Júpiter.
"Encontrar las pruebas de vida extraterrestre para los científicos es el equivalente al Santo Grial", dijo a Efe Paul Davies, director del Centro de Mas Allá de Conceptos Fundamentales de la Ciencia de la Universidad del Estado de Arizona (ASU), uno de los organizadores de la conferencia AbSciCon 2017.
El experto indicó que es difícil predecir cuándo se podrán obtener pruebas fehacientes sobre vida extraterrestre y dónde, pues muchos científicos siguen mirando a Marte mientras que otros se enfocan en planetas extrasolares.
Pero para otros científicos que debaten esta semana en Arizona los más recientes descubrimientos y perspectivas sobre el origen de la vida y la posibilidad de vida extraterrestre la clave está en una de las lunas de Júpiter, Europa, y otra de Saturno, Encelado.
Fue precisamente en esta última donde la NASA anunció el pasado día 13 el descubrimiento de hidrogeno, lo que podría significar la existencia de microorganismos.
Uno de los científicos es la experta en física espacial Britney Schmidt, profesora del Instituto de Tecnología de Georgia y quien forma parte del equipo de exploración de Europa de la NASA, quien cifró las mejores opciones de este gran hallazgo en la misión de la agencia estadounidense programada para el 2020 Europa Clipper.
"Esta es la mejor oportunidad que tenemos en nuestras vidas para poder obtener posibles pruebas de vida en otros planetas", dijo Schmidt a Efe.
La misión tendrá el propósito de explorar si existen las condiciones para albergar vida microbiana en Europa, el sexto satélite de Júpiter en orden creciente de distancia y de similar tamaño que nuestra luna, con un diámetro de aproximadamente 3 mil kilómetros.
Schmidt explicó que Europa está cubierta de una corteza de hielo que podría tener similares características de la Antártida, con un océano bajo la capa de agua congelada, por lo que existen grandes posibilidades de encontrar algún tipo de vida en sus profundidades.
El objetivo de esta misión es alcanzar Europa y orbitarla al menos 45 veces para detectar las "plumas" de vapor de agua y analizarlas, unos géiseres que los científicos saben que existen gracias a su detección por el telescopio espacial Hubble.
La mayor esperanza de científicos como Schmidt es que la misión pueda volar a una altitud lo suficientemente baja como para atravesar las columnas de vapor de agua que se elevan desde la corteza helada del satélite y poder así tomar muestras del océano sin necesidad de posarse sobre el hielo.
Cada uno de estos sobrevuelos cubrirá además un sector distinto de Europa para lograr establecer un mapa topográfico y medir el espesor del manto de hielo.
Esta misión ha cobrado renovado interés después de que la NASA confirmara el hallazgo de hidrógeno en Encelado gracias a la nave Casini, que precisamente se adentra hoy en los anillos de Saturno, en la última fase de su misión, que acabará en septiembre próximo cuando se lance en picado hacia la atmósfera para desintegrarse.
La agencia espacial estadounidense también anunció que el telescopio espacial Hubble descubrió un géiser de agua en erupción en la parte más cálida de Europa.