El astrofísico británico Stephen Hawking, quien falleció ayer a los 76 años de edad en Cambridge, Inglaterra, desafió las expectativas de una muerte temprana para convertirse en el científico más popular del mundo contemporáneo.
En entrevista con EL UNIVERSAL, Manuel Torres Labansat, director del Instituto de Física de la UNAM, cuenta su experiencia con el científico inglés al poder asistir como estudiante a dos pláticas que ofreció en Oxford en los 80.
“Fue notable la experiencia, en esa época él todavía podía emitir sonidos, para el público en general era muy difícil entenderlo, pero sus estudiantes lo traducían. Lo veías llegar en la silla de ruedas y no te imaginabas que hubiera tan portento de talento en esa persona. Para mí fue emocionante porque era más o menos reciente que él había hecho lo que se considera su máxima contribución a la física”, narra Torres Labansat.
En esa ocasión, el científico inglés explicó que los hoyos negros si se evaporaban, no eran finalmente “ tan negros” como se habían pensado, sí permitían que las cosas salieran de ellos, es lo que se conoce como la Radiación de Hawking.
Posteriormente, Torres Labansat tuvo la oportunidad de estar en una pequeña plática que impartió el reconocido científico, también en Inglaterra. “Él era la estrella de esa reunión, un tipo excepcional. Los estudiantes podíamos acercarnos, le preguntábamos y a través de sus estudiantes que traducían, había una comunicación. Después de eso perdió la posibilidad de emitir sonidos, pero diseñaron el sintetizador para generar sus discursos”, cuenta el director del Instituto de Física de la UNAM.
En 1985, Hawking fue víctima de una pulmonía, lo que hizo que los doctores le practicaran una traqueotomía para que pudiera respirar. Fue así como el científico británico perdió la voz. Pero es no lo detuvo. Gracias a un sistema de comunicación computarizado, Hawking pudo volver a “hablar”, pero esta vez con una voz robótica y muy rudimentaria.
Para Nora Bretón, investigadora del Cinvestav, Hawking fue “un brillante comunicador que a pesar de su enfermedad (esclerosis lateral amiotrófica) siempre mostró un gran entusiasmo y ante cada limitante se las ingeniaba para superarlas, como cuando perdió la voz. Es un ejemplo de tenacidad y de amor a la ciencia, vivió dedicado a ella y desde luego destaca por ser un divulgador del área de la cosmología”.
Torres Labansat recuerda que Hawking, al igual que Albert Einstein, nunca ganó un Premio Nobel, pero asegura que más que por los premios, sus logros se miden por el impacto que tuvieron en la ciencia.
“Las contribuciones de Hawking se miden por el impacto que ha tenido en la ciencia, en el entendimiento que tenemos del Universo y por el impacto que tendrá en el futuro de la Física”, dice Manuel Torres.
Además, el director del Instituto de Física asegura que Hawking era una persona preocupada por el futuro de la humanidad, con una perspectiva ambiciosa, global, que va más allá de su propia vida y de la de las generaciones actuales. Muy cercano a la gente y siempre dispuesto a ayudarlos.
“Nosotros tenemos un investigador (Éric Vázquez) que trabaja en problemas de astrofísica de partículas en un observatorio en Canadá. Es un observatorio subterráneo que está a 2 km de profundidad en una mina, ahí busca nuetrinos y también materia oscura, que es uno de los grandes enigmas del Universo. Y Stephen Hawking bajó a conocer el observatorio y Vázquez le explicó cuál era el trabajo que se hacía, tenemos una foto del momento”, dice Manuel Torres Labansat.
Bretón concluye que el legado de Hawking se divide en tres partes. “El puramente científico, llevó a la vanguardia un área de la Física; luego, como comunicador, todos esos teoremas abstractos, fue capaz de acercarlos de manera sencilla al público y, finalmente, el ejemplo de amor a la vida y de superar los inconvenientes que se le presentaron”.