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El Día Internacional de las Mujeres Rurales, que se conmemora hoy, encuentra a la población femenina rural de América Latina y el Caribe, de más de 60 millones de integrantes, golpeada por la invisibilidad.
Informes de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) revelaron que la región aumentó 10% la tasa de participación femenina en la fuerza laboral de 1990 a 2014, y la de jefatura femenina creció 40% entre 2002 y 2014, pero persisten significativas desigualdades de género.
Un estudio conjunto de la FAO y la CEPAL aseguró que en una región en la que, con unos 623 millones de habitantes, más de 80% de sus habitantes vive en áreas urbanas, tres cuartas partes de los hogares encabezados por mujeres se clasifican como inactivos o en agricultura autónoma, por lo que tampoco tienen una fuente identificada de ingreso.
Si los gobiernos “hacen cumplir la igualdad de acceso a la ley, la propiedad y la información, el empoderamiento de las mujeres y la igualdad de género aumentarán”, alertaron.
“Casi 40 % de las mujeres que viven en el campo en América Latina y el Caribe no tiene ingresos propios, ante 14 % de los hombres rurales”, explicó el argentino Manuel Otero, director general del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), adscrito al sistema de la Organización de los Estados Americanos (OEA).
Otero dijo a EL UNIVERSAL que “tenemos que hacer visible lo invisible, porque no habla de equidad saber que la mayoría de esos 60 millones de mujeres rurales están en desventaja frente a los hombres que viven en el campo y a mujeres urbanas. Es alarmante la situación que vive la mitad de hogares de la región a cargo de mujeres, donde no se identifica una fuente de ingreso y, por ende, la generación de este recae en espacios de informalidad o funciones temporales que conducen hacia la fragilidad social. La mujer rural sigue enfrentando una notable brecha en cuanto a acceso al empleo agrícola rural en términos formales”, describió.
Estudios del empleo rural mostraron que los hombres alcanzaron una participación económica de 84%, “mientras que para la mujer el valor alcanzado es tan sólo de 47%”, expuso, al subrayar que urge formular “políticas públicas sólidas y de largo plazo en beneficio de las mujeres que viven en zonas rurales”.
La FAO y la CEPAL precisaron que aunque la proporción de hogares rurales encabezados por la población femenina aumentó 40% en América Latina y el Caribe de 2002 a 2014, la tasa total de mujeres jefas rurales es baja porque es menor a 25%, lo que refleja las normas sociales regionales en género: los hombres son designados como jefes de hogar pese a que las mujeres también contribuyen al bienestar familiar.
Es probable que los hogares encabezados por mujeres tengan una única fuente de ingresos y son más vulnerables a los choques económicos y en riesgo de pobreza, concluyeron.
arq