El ojo es el órgano fotosensible más común, tanto en humanos como en muchas otras especies. Los biólogos han detectado reveladoras diferencias, por ejemplo, los insectos tienen ojos muy particulares, les llaman ojos compuestos.
“Están formados por muchas unidades ópticas, cada una con su propio lente y sus propios receptores que les permiten recibir la luz, tanto visible como no visible, desde diferentes ángulos. Asimismo, pueden ver movimientos extraordinariamente rápidos en imágenes de poca resolución y en forma de mosaico”, explica Carlos Balderas Valdivia, doctor en biología y expresidente de la Sociedad Herpetológica Mexicana A. C.
Por su parte, las aves han desarrollado una alta sensibilidad a la luz ultravioleta. Este grupo de vertebrados utiliza esta habilidad para ver algunos colores en los plumajes de los machos cuando eligen pareja o la luz UV que se refleja en la orina de sus presas, precisa el académico de la Dirección General de Divulgación de la Ciencia (DGDC) de la UNAM.
Más allá de la visión
En el fondo de los océanos o en las cavernas submarinas, la luz del Sol prácticamente no llega. Algunos peces que viven ahí han desarrollado la capacidad de emitir luz (bioluminiscencia).
Otras especies marinas cuentan con grandes ojos —capaces de percibir el mínimo destello—, mientras que otros organismos de las profundidades carecen de ojos porque no los necesitan, pueden guiarse en su medio con otras estrategias, por ejemplo, sentir las corrientes eléctricas o la presión de las ondas de agua.
Algunos seres no dependen de los ojos para reaccionar a los estímulos de la luz, pero cuentan con sensores diferentes. Por ejemplo, las euglenas, son protozoarios de una célula, que no tienen ojos, pero sí cuentan con un organelo fotoreceptor llamado mancha ocular.
Cuando la euglena fotosintética se encuentra en presencia de luz, puede sintetizar azúcares para alimentarse gracias a los cloroplastos con los que cuenta, pero si se encuentra en la oscuridad, se alimenta además de bacterias y elementos en su medio circundante, detalla el especialista.
Si hay un órgano sensorial único en el reino animal, son las fosetas o fosas termosensibles que tienen en la cara muchas especies de serpientes, como las víboras de cascabel, pitones y boas.
Estos extraordinarios órganos son capaces de percibir en la oscuridad la luz infrarroja emitida de sus presas o depredadores de sangre caliente, como aves y mamíferos. Su increíble sentido, puede convertir el estímulo infrarrojo en una imagen térmica que se sobrepone con la visión ocular en el cerebro. Esto los convierte en unos de los mejores cazadores del planeta, afirma Balderas.
La luz como fuente de vida y su impacto en las diversas especies será uno de los temas en la celebración del Día Internacional de la Luz (DIL), el próximo 16 de mayo. México y la UNAM tendrán un papel relevante en los festejos que se realizarán del 9 al 20 de mayo en la sede de la UNESCO, en París.
El programa de actividades incluye la exposición Luces y Sombras, desarrollada por el Museo de la Luz de la DGDC; la presentación del libro Light beyond 2015/Luz más allá de 2015 (UNAM); así como las Jornadas Franco-Mexicanas, coorganizadas por el Comité del DIL-México y el respectivo comité francés.
***Ciencia UNAM, Dirección General de Divulgación de la Ciencia