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Tras revelaciones de que una empresa se apoderó de los datos personales de millones de usuarios de Facebook para ayudar a una agencia vinculada con la campaña de Donald Trump, surge la inevitable interrogante: ¿Podrá la red social recuperar la confianza del público?
Las revelaciones de que Cambridge Analytica robó los datos de unos 50 millones de usuarios deFacebook ha causado estupor en todo el mundo. Y como consecuencia Facebook, una red social donde las amistades comparten fotos de sus momentos alegres o restablecen contacto tras años de separación, está enfrentando un intenso escrutinio y la posibilidad de perder a millones de suscriptores que hasta ahora lo usaban como parte de su rutina diaria.
“Usualmente yo confío en alguien hasta que ese alguien me da razones para dejar de confiar en él”, dijo Joseph Holt, profesor de ética empresarial en la Universidad de Notre Dame. "Y Facebook me está dando razones para dejar de confiar en él”.
Perder la confianza pública sería un desastre, no sólo para Facebook sino para cualquier empresa de tecnología que depende de que sus usuarios se registren usando sus datos personales.
El nivel de confianza que la persona común ha depositado en las redes tecnológicas se ha disparado. Hoy en día, una nevera detecta cuándo se ha acabado la leche e inmediatamente ordena una botella. Los asistentes virtuales son capaces de responder casi cualquier pregunta, hasta la más insignificante.
Y cada vez que uno usa una de esas tecnologías, va dejando una estela de datos personales que las grandes corporaciones analizan, utilizan y aprovechan para ganar dinero.
Por lo general la gente ha aceptado el pacto faustiano, pues sabe que a cambio de revelar algo de su vida, Netflix le dará acertadas recomendaciones de películas, Amazon hará que un producto deseado aparezca en casa en pocas horas y Google adivinará qué palabra está buscando en internet antes de que uno termine de escribirla.
Pero lo que pocos entienden es que el mundo de recaudación de datos personales tiene un lado turbio también.
Cada vez que uno usa una tarjeta de crédito en una tienda, los datos pueden ser cotejados con bases de datos que contienen elementos como número de teléfono y dirección. Lo mismo ocurre con su registro como votante, sus empleos anteriores, sus calificaciones de crédito, y más.
Facebook permitió que alguien se lleve los datos de millones de sus usuarios pero “es mucho más grave que eso”, declaró James Grimmelmann, profesor de derecho en la Universidad de Cornell. "Tratar de decir que un solo robo de datos es el principal indicador de la pérdida de privacidad del público es totalmente fútil”.