José Armando apenas tiene cuatro años de edad y desde hace dos años ya utiliza un teléfono inteligente. No requirió la ayuda de sus padres para manejarlo. Su acercamiento con el móvil fue intuitivo: él mismo aprendió a reproducir los videos que le gustaban. Su habilidad sorprendió a su mamá, Zulema quien, a diferencia de su hijo, tuvo su primer acercamiento con este tipo de tecnología cuando tenía 17 años.

Desde hace un año el niño usa una tableta. Tampoco le costó trabajo el cambio de gadget, identifica muy bien los iconos de las aplicaciones que usa cotidianamente.

Zulema considera que el uso de electrónicos portátiles a temprana edad favoreció a su hijo pues, al comenzar su educación en el kinder, le pidieron utilizar la tableta, debido a que algunas tareas deben realizarse por ese medio. Sin embargo, requirió establecer límites de tiempo porque notó que su hijo deseaba pasar cada vez más horas frente al dispositivo. Ahora solo le permite usarla, estrictamente, para tareas.

Zulema piensa que existen ventajas y desventajas del uso de gadgets. Como ventaja reconoce que José aprendió más rápidamente los colores, las letras, los números, entre otras cosas. Pero por otro lado le preocupa que los aparatos generen adicción y que esto a su vez cause que su niño ya no quiera jugar con otras personas de su edad y se pierda de la convivencia familiar. Además, no sabe qué tipo de dispositivo será el adecuado conforme vaya creciendo su hijo.

Al respecto, Camilo Montenegro, coordinador de Tecnología del Colegio Peterson, expone que los adultos tienden a asumir que, por haber nacido recientemente, sus hijos son nativos digitales y saben cómo utilizar los nuevos dispositivos e Internet. Lo cual, asegura, es falso.

Enfatiza que ahora más que nunca los niños necesitan la guía de padres y maestros. Requieren que los orienten a través de todas las complejidades que implica acceder a la red. Considera que generalmente los adultos no tienen esa capacidad porque no vivieron las herramientas digitales de la misma manera y suelen estar rezagados.

Además: “¿cómo le inculcas a una persona, que está expuesto al mundo a través de Internet, que tiene que proteger sus datos personales y sus contraseñas?”, cuestiona Montenegro.

Además: “¿cómo le inculcas a una persona, que está expuesto al mundo a través de Internet, que tiene que proteger sus datos personales y sus contraseñas?”, cuestiona Montenegro.

Límites para el manejo de dispositivos. Los padres tienen un rol muy importante para que el uso de tecnología sea responsable y productivo en la formación de las futuras generaciones.

La UNICEF, en su publicación “Acompañando a los nativos digitales”, sugiere que deben incitar a sus hijos a emplear la tecnología para aprender e investigar además de entretenerse y comunicarse. Lo cual demanda que los padres también conozcan sobre el mundo digital.

Para Montenegro es sumamente crucial que la familia esté consciente de que, al proporcionarle un dispositivo al niño, lo están conectando con el mundo digital. Debe recibir una instrucción previa de cuáles sitios consultar y cuáles evitar, pues se le está otorgando un sinfín de posibilidades y no todas son apropiadas para su edad.

Según el experto no hay una edad determinada como la más adecuada para darles dispositivos tecnológicos a los niños. “La familia debe decidir cuidadosamente a partir de cuándo quieren que interactúen con el mundo mediante herramientas digitales, pero el problema es que nunca se lo plantean. Así como deciden cuándo le darán una copa de vino por primera vez, deben aplicar su criterio y escrutinio al mundo digital para determinar en qué momento se le dará un dispositivo digital que le permite comunicarse con todo el mundo sin que tú sepas lo que está haciendo”, explica el coordinador de Tecnología.

En contraparte, Arturo Rivera León, docente del Colegio de Pedagogía de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, sí recomienda que sea a partir de los dos años y medio y, específicamente en edad escolar, “porque a esa edad se puede generar nuevo conocimiento con la mediación de los padres; antes, los pequeños solo imitan”. El pedagogo subraya que si se hace antes, el niño no logrará vincular el mundo “2D” de la pantalla con el “3D” de la vida real, porque aún no desarrolla un pensamiento simbólico.

En cuanto al tipo de gadgets que son más aptos según cada edad, Rivera destaca que el dispositivo por sí solo no enseña ni es una herramienta pedagógica; “lo importante es el contenido, en este caso mediante las aplicaciones, por lo que, si no están bien diseñadas las apps, es como si le pusieras cualquier cosa sin contenido pedagógico. Es importante que genere conocimiento”.

Posibles efectos fisiológicos. Los especialistas coinciden en que el uso excesivo de dispositivos puede afectar el desarrollo y provocar efectos fisiológicos. Por ejemplo el llamado trastorno de la vinculación, el cual representa un problema al momento en que el niño entabla relaciones con otras personas en el mundo físico. Así como el déficit de atención e incluso la depresión.

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