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El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, parecía divertido al ver los titulares del jueves por la mañana, que hablaban del revuelo que reina en su gobierno y de la conversación que mantuvo con el vicepresidente Mike Pence y el jefe de gabinete John Kelly sobre los últimos despidos.
Sonriendo, Trump preguntó: “¿Quién es el próximo?”.
Es una pregunta que tiene en vilo a todo el personal de la Casa Blanca.
En las últimas semanas renunció el principal asesor económico del presidente por diferencias con Trump, fue despedido el secretario de Estado, a quien Trump tenía desde hacía tiempo en la mira, y también partieron varios otros funcionarios de rango. Un Trump cada vez más confiado en sí mismo sopesa en privado la posibilidad de hacer más cambios, expresando frustración con algunos asesores y analizando posibles reemplazantes.
Varios allegados a Trump aseguran que la renovación no terminó. Cuatro personas al tanto de lo que sucede en la Casa Blanca dicen que el próximo en irse podría ser el asesor de seguridad nacional H.R. McMaster, aunque todavía no se decidió quién lo sucedería. Kelly también podría estar tambaleándose, según esas fuentes. Lo mismo que el secretario de asuntos de los veteranos de guerra David Shulkin, que está siendo investigado por violaciones éticas.
Las especulaciones sobre una pronta partida de McMaster son tan intensas que la portavoz de la Casa Blanca Sarah Huckabee Sanders difundió el siguiente tuit el jueves por la noche: “Acabo de hablar con el presidente y con el general H.R. McMaster. Contrariamente a lo que se dice, tienen una buena relación de trabajo y no hay cambios en el CNS”. Aludía al Consejo Nacional de Seguridad.
Esta versión de las tensiones dentro de la Casa Blanca se basa en conversaciones con 10 funcionarios al tanto de lo que sucede en esa dependencia, todos los cuales pidieron no ser identificados porque no estaban autorizados a hablar de asuntos internos.
Catorce meses después de haber asumido, Trump está renovando su gobierno, buscando gente que piense como él y esté dispuesta a tolerar sus cambios de parecer. Las divisiones que caracterizaron sus primeros meses se han diluido y se quedó sin algunos colaboradores capaces de lidiar con su volatilidad. Para algunos, la Casa Blanca se parece cada vez más a un grupo de cheerleaders que apoyan todo lo que quiere el mandatario.
Al descartar versiones de más cambios inminentes, Trump pareció confirmar el jueves que habrá más novedades de personal al decirle a los periodistas: “Siempre habrá cambios”.
Nunca ha habido tantos cambios en la cúpula de un gobierno. El principal asesor económico de Trump Gary Cohn y la directora de comunicaciones Hope Hicks dejarán sus cargos en las próximas semanas. El secretario de estado Jeff Tillerson fue despedido inmisericordemente y muchos empleados se muestran especialmente preocupados por la partida del asistente personal de Trump John McEntee esta semana, en que fue destituido y acompañado hasta la puerta. Después se le dio un puesto en la distante campaña reelectoral de Trump.
En conversaciones privadas recientes con asesores y amigos, Trump ha hablado de sus deseos de renovar el gobierno. Si bien la investigación de sus relaciones con Rusia avanza a paso firme, el presidente cree que su decisión de imponer tarifas a la importación de acero y aluminio y de reunirse con el líder norcoreano Kim Jong-un le han dado nueva vida a su gobierno y está decidido a tomar “medidas osadas” para dejar su marca. Les ha dicho a algunos confidentes que quiere desprenderse de los colaboradores que lo contienen.
Trump se queja de que McMaster lo sermonea, según tres empleados actuales o pasados del gobierno. Debido a las tensiones, señalan, McMaster ha sido dejado afuera de algunas conversaciones internas y Kelly ha asumido un papel más activo en las decisiones de política exterior.
El presidente y McMaster han tenido diferencias en torno a varios asuntos, incluidos el acuerdo nuclear con Irán y la actitud a asumir hacia Corea del Norte, y el asesor de seguridad nacional también tuvo encontronazos con Kelly y con el secretario de defensa James Mattis, de acuerdo con los informantes.
A Kelly se le reconoce el mérito de haber llevado orden a la caótica Ala Occidental de la Casa Blanca, pero su relación con Trump también se ha deteriorado.
Se dice que Trump consideró la posibilidad de despedir a Kelly por la publicidad negativa en torno al manejo que hizo del despido del asesor Rob Porter, quien estaba acusado de violencia doméstica. El mandatario también le dijo hace poco a un aliado que le molestaba la entrevista que dio Kelly a Fox News hace dos meses en la que afirmó que el parecer de Trump acerca del muro en la frontera con México había “evolucionado”.
Trump ha expresado malestar con los colaboradores que tratan de “contenerlo” y de aplazar medidas polémicas con las que ellos no están de acuerdo, según varios funcionarios actuales y pasados de la Casa Blanca. Señalan que a Trump le gusta escuchar distintos puntos de vista, pero le irrita cuando alguien trata de socavar sus decisiones.