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Tokio, Japón.- Con tan sólo 20 mil pesos y su maleta, Mario Ohori Martínez viajó hace 12 años deMéxico a Japón para estar un año y conocer aquel país; el viaje se convertiría en la oportunidad para radicar y establecer el restaurante de comida mexicana Mi Familia, con su mejor amigo, Roberto.
“Yo era un chavito mexicano común; me salía a jugar futbol con mis amigos, mi mamá tenía un puesto de tortas en el aeropuerto; no me importaba nada de Japón. Yo soy mexicano y a mí me gusta México”, cuenta Mario desde el interior de local abierto en noviembre de 2017, cuyo estilo mexicano destaca el color de sus paredes y sus adornos folclóricos, que hacen sentir al comensal como en territorio nacional.
El deseo de Mario por viajar a Japón (país de origen de su papá) surgió debido a que su mamá le insistió por mucho tiempo —comenta el joven— que se animara a ir a Tokio a fin de que aprendiera el idioma y con ello encontrar un buen trabajo que le permitiera mejorar sus condiciones de vida.
Con esa inquietud, Mario se enfocó en trabajar duro, incluso consiguió dos empleos para juntar dinero y poder costearse el viaje y en 2006, al cumplir los 21 años de edad, se lanzó a la aventura de conocer el Lejano Oriente.
“Le dije a mi mamá ‘está bien, me voy un año, aprenda o no aprenda me regreso a México’… Y ya tengo 12 años aquí”, asegura sonriente Mario.
“Mi papá cuando me despidió en el aeropuerto me dijo que él sabía que yo iba a regresar porque no era bueno ni para el idioma ni para el trabajo. Y eso fue mi propulsor para seguir a pesar de las dificultades que pasé”, reconoce el joven emprendedor.
Su padre, de origen japonés, llegó a México para trabajar de chef cuando tenía 28 años y le gustó tanto el país que se quedó a radicar. Mario afirma que tiene poca comunicación con él, pero reconoce que desde que vive en la tierra de su papá lo ha entendido en su forma de ser.
Camino difícil
Al llegar a Japón, recuerda Mario, no todo fue fácil, pues un tiempo llegó a vivir en los parques por la falta de empleo, pero cuando lo consiguió pasó de uno a otro, trabajó como intendente, cocinero, mesero, hasta llegar a ser el gerente de un restaurante de comida mexicana llamado La Cocina de Gabriela, donde laboró con Roberto Rosas Simón, originario de Guerrero, y con quien entabló buena amistad hasta que el lugar cerró.
El dueño del restaurante vendió el terreno y 15 personas perdieron su trabajo. Mario y Roberto buscaron la forma de no quedarse sin empleo y planearon cómo tener su propio establecimiento. Su ex jefe les obsequió lo que se encontraba en La Cocina de Gabriela, además de que pidieron varios préstamos y así lograron abrir Mi Familia con el sazón tradicional mexicano.
Mario explica que el nombre del restaurante ubicado al sur de Tokio lo escogieron porque “te llena de nostalgia al estar a 11 mil kilómetros de tu tierra”.
“Hemos pasado buenas, malas, nos hemos peleado, nos hemos mentado la madre, hemos llorado; todo hemos hecho juntos. Ya pasamos una zona donde no somos amigos, no somos compañeros, ya somos familia, son Mi Familia”, dice Mario junto a Roberto.
“Uno como mexicano sabe cómo es la buena comida nacional; sabe reconocer unos buenos tacos, en todos lados te venden comida mexicana que no es mexicana como burritos, nachos, enchiladas con tortilla de harina, carne con chili y eso no es comida mexicana”.
Ese fue otro impulso que los llevó a hacer comida tradicional como mole, tacos de pastor, caldo de pollo, enchiladas, carnitas, chorizo y salsas. Todo preparado con sazón mexicana, pues sus ingredientes son importados desde México por medio de compañías como Kahn Corporation y World Trading, las cuales se especializan en productos latinoamericanos como chile seco, tortillas y productos enlatados, aunque a un precio más caro.
Al probar un taco al pastor preparado por Roberto, se degusta el sabor, ya que es como el de los que se preparan en los locales mexicanos. Y a cinco meses de abrir, le ha servido a Mi Familia para volverse un lugar de referencia en Tokio.