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Santiago Alcocer Morelos es un joven empresario enamorado del mundo y sus misterios. Hace dos años decidió abrir las puertas de una modesta cafetería bajo el nombre de “Café Pal Diario”, cuya edificación recuerda la cultura y la arquitectura de famosos establecimientos cafeteros de Budapest y París, en una curiosa mezcla con las tradiciones queretanas.
Muy al estilo de Marco Polo y Heródoto, reconocidos viajeros en la historia occidental, cada que Alcocer retorna a su terruño, lo hace cargando con nuevas anécdotas, que con gran elocuencia comparte con sus clientes desde la barra –en su mayoría extranjeros–, mientras les prepara una taza de café.
“En mi familia, los Alcocer son médicos o abogados y los Morelos son más de negocios, sin embargo no me guío por eso, más bien estoy creando mi propio camino. Aprendí todo de ellos, pero al final yo voy a ir explorando qué es lo que más me gusta”, dice y recuerda un lema de su padre, que le enseñó que lo primero, lo segundo y lo tercero más importante en la vida es tener a la familia cerca, en las buenas y en las malas.
Siendo el hermano de en medio, de entre otros dos varones, Santiago cuenta que el menor sí se decantó por las leyes, mientras que el mayor es ingeniero industrial y se dedica al ganado, por lo que cuida del rancho, que en ocasiones se convierte en su refugio para meditar.
“Ahí hay caballos, vacas, borregas y un poquito de todo; cuando voy me gusta reflexionar sobre lo que he vivido y lo que he hecho,
es silencioso e ideal para pensar sobre mis planes, se convierte en un tiempo dedicado para mí, porque casi todo el tiempo estoy con amigos”, recuerda y también confiesa que montar a caballo es una de sus grandes pasiones.
Nuevos rumbos
Abriendo brecha en el mundo de los negocios desde hace unos años, Santiago recuerda qué lo impulsó a incursionar en este ámbito.
“En aquellos años me encontraba estudiando en la Ciudad de México. Allá frecuentaba a varios amigos de mi edad que contaban ya con comercios propios. La mayoría eran judíos que desde muy pequeños habían sido formados y alentados por su comunidad para que lo hicieran; eso me animó a convertirme también en empresario”, relata mientras pasea sus dedos por su larga cabellera, una característica que intensifica su apariencia bohemia y desenfadada difícil de ignorar debido en gran parte, a su altura de dos metros.
Así mismo detalla que gracias al año que cursó en la Anáhuac, en la Ciudad de México, y a que desde pequeño ha vivido en Querétaro, su vida transcurre en un constante ir y venir.
“Soy queretano de toda la vida, pero la mayoría de mis amigos viven allá, por ello viajo regularmente. Soy fan de ir a comer a buenos lugares y obviamente por las noches nos vamos de fiesta”, confiesa entre risas.
Cuando describe los lugares que ha visitado en España, Portugal, Alemania, Italia, Suiza, Croacia, Polonia y Grecia, entre otros países europeos y americanos, los ojos se le iluminan. Recuerda que fue a los 18 años cuando se subió por primera vez a un avión sin su familia y desde entonces, realiza viajes cortos o largos de hasta seis meses, cuando las condiciones se prestan.
“Mi abuelo, Francisco Alcocer viajaba mucho. Ésta práctica se la inculcó a mi papá y él a nosotros; por eso, cada vez que puedo realizo un viaje. Lo prefiero mil veces más que comprarme un coche nuevo”, además asegura que esa fue la razón que lo motivó a fusionar su visión empresarial con su amor por los viajes.
“Uno de los sitios que siempre visitamos los Alcocer –por tradición– se encuentra en París; mi abuelo fue el primero en frecuentarlo durante sus viajes a Europa. Yo era muy pequeño cuando mi papá me llevó por primera vez y desde entonces, cada que puedo me doy una vuelta”, platica el empresario sobre la Cafeteria de Paix, un recinto creado en París en 1862, por el que han pasado destacados políticos, intelectuales y escritores de todos los lugares, y cuyo concepto fue retomado por él para el diseño de “Café Pal Diario”.
Frase
“Cuando voy a Europa siempre visito Paris, me gusta la vibra que emana, su historia y los lugares, es un país que no te acabas nunca; siempre hay algo que ver”
Proyecto que planea reproducir a nivel macro. “De ser posible quisiera convertir la cafetería en una franquicia; cuando esto inició la gente me recomendaba adquirir una, pero preferí materializar mi propia idea y en un futuro me gustaría que se abrieran muchas”.
Sin embargo, su visión de negocios no se limita a esta cafetería que a lo largo de sus dos años de existencia se ha mantenido y crecido poco a poco, ya que adelanta que al concluir sus estudios –a inicios del siguiente año– planea aventurarse en el negocio de la construcción y administración de bodegas.
“Tengo varios amigos que han experimentado en ese rubro y me llama mucho la atención. Mi café es también como un gran hobbie que me apasiona”, dice.
La naturaleza viajera que llama a Santiago responde a su necesidad de conocer gente, por lo que procura pisar Europa al menos una vez al año, además de sus fines de semana a la Ciudad de México, e incluso algunos destinos de Estados Unidos.
“Te conoces a ti mismo”, afirma Santiago cuando reflexiona sobre la razón por la que ahora viaja solo. Asegura que esta experiencia le ha permitido adentrarse en la historia de cada lugar y sincronizar sus recorridos con el de otros ciudadanos del mundo, quienes como él, “al final del viaje, regresan con el chip viajero, ese algo que te hace levantarte temprano, salir a caminar, conocer gente y recorrer tu ciudad como si ya no fuera la misma”, apunta.
Sumando kilómetros
· Entre sus planes está viajar pronto a Australia y China, destino que le falta por recorrer.
· Ha visitado Brasil, Argentina, Chile, Perú, Paraguay, Cuba y Uruguay, y algunos países del norte de América
De cerca
· Lugar favorito de México: Tulum
· Comida preferida: La mexicana
· Destino predilecto: Biarritz en Francia, porque es “como Tulum”
· En su lameta siempre carga: Cartera, iphone, cargador y pasaporte
· En su tiempo libre le gusta: Andar en bici, motocross y montar a caballo en el rancho de la familia, en San José Iturbide
bft