Más Información
Algunas son piadosas, otras sirven para no tener que dar demasiadas explicaciones, pero todas son mentiras y, al parecer, decimos más de las que nos gustaría admitir. Aunque también nos las dicen y no siempre las sabemos reconocer.
“Es casi imposible saber con el 100% de seguridad si alguien miente o no, pues incluso algunas personas se creen sus propias mentiras”, explica Enrique Jurado, coach y director de D’Arte Coaching, un centro de formación ubicado en Madrid (España).
No obstante –añade–, hay un montón de indicios que señalan cuándo hay fugas en una conversación, lo que sugiere que el interlocutor está diciendo algo engañoso.
Las fugas, según los especialistas en la materia, se pueden producir en cualquiera de estos cinco canales: la cara, los gestos, el tono de voz, el estilo de comunicación (por ejemplo, ciertos dejos o muletillas) y el contenido de la conversación. Según Jurado, existen distintas variables que permiten conocer si alguien está siendo incoherente en esos aspectos. Y tras identificar esas incoherencias o fugas es donde “hay que empezar a tirar del hilo”.
“Se puede saber si alguien te está engañando cuando, al tirar del hilo, esas incoherencias continúan o dejan de producirse”, señala Jurado. Y explica que no se puede asegurar que una persona está mintiendo por el simple hecho de ver que se rasca la nariz. Tampoco se define si alguien “está cerrado” porque tiene los brazos cruzados. Y aunque no es posible concluir las cosas con una rotundidad del 100%, sí se pueden ver esos gestos como posibles indicios de una mentira.
Jurado subraya que existen siete emociones que todos expresamos de una manera similar, independientemente de nuestra cultura, raza, religión o incluso de nuestra edad. Se trata de la alegría, la tristeza, el miedo, la ira, la sorpresa, el desdén y el asco.
“Cuando sentimos asco lo que hacemos es subir las comisuras de la nariz hacia arriba y apretar las cejas hacia abajo. El asco no es solo a cosas de comer, también se puede sentir ante ciertos valores de otras personas”, detalla.
También expresamos la tristeza de la misma manera. Aunque con cambios sutiles, arqueamos las cejas hacia arriba, las juntamos por la parte del centro y movemos las comisuras de los labios hacia abajo.
“Si sientes tristeza o ira, se te va a notar por muy buen actor que seas. Tendrías que creerte tu propia mentira o dejar de tener una emoción concreta para poder esconderla al 100%”, afirma Jurado.
Y explica que las microexpresiones de la cara, que apenas duran milésimas de segundo, son involuntarias. Es imposible evitar su aparición y el significado que representan.
El especialista manifiesta que la emoción que suele experimentar una persona que está mintiendo es el miedo a ser pillado. No obstante, comenta que si apreciamos una microexpresión que indica miedo en la cara de nuestro interlocutor, no podemos concluir que esté mintiendo, solo que está sintiendo miedo.
Razones y consecuencias de las mentiras ¿Por qué mentimos?
Para evitar consecuencias negativas o prevenir un castigo. No sabemos lo que las otras personas van a pensar y, por lo tanto, para evadir el conflicto o huir de posibles emociones negativas como la ira, lo que hacemos es no decir la verdad.
Si una persona miente sobre algo, nunca va a dar detalles concretos de la situación.
Si se le pregunta por la situación sobre la que hablaba y responde con generalidades o intenta evadir la respuesta, hay indicios de que está contando embustes. Si empieza a subir el hombro o a rascarse, tenemos más indicios de la mentira.
Cuando mentimos es inevitable pensar que hemos sido deshonestos y que traicionamos a nuestra propia esencia y nuestros valores, y esos sentimientos tienen consecuencias en nuestra autoestima.