“La gran preocupación de los infectados de VIH es la afectiva”, explica el español Guillermo López, de 36 años y portador del virus desde hace una década.

En España la sanidad pública cubre el tratamiento completo de antivirales, y los enfermos han alcanzado unas condiciones de vida muy buenas. “Con la medicación y la atención asegurada, el principal problema que cualquier afectado te va a señalar es la dificultad para encontrar una pareja”, explica a EL UNIVERSAL López, que se emplea como trabajador social en la asociación Apoyo Positivo, de ayuda a los infectados por el VIH.

Con la medicación retroviral y las protecciones adecuadas, los seropositivos pueden mantener relaciones sexuales sin riesgo de contagio. “Eso hace que puedas elegir si quieres decirlo o no, porque sabes que no estás poniendo en riesgo a nadie”,explica López: “Pero cuando un portador decide dar el paso y exponérselo a la persona con la que quiere empezar una relación de pareja, es frecuente que se encuentre con el rechazo. La otra persona puede enfadarse porque no se lo dijo antes, o quizás no se ve compartiendo su vida con alguien que tiene VIH. Pero precisamente por eso no es fácil decirlo”.

En España se estima que 141 mil personas portan el virus. Los avances médicos han permitido que su vida sea casi idéntica a la de cualquier otro ciudadano. “Con la excepción de la lipodistrofia [el reparto irregular de la grasa que hace que, por ejemplo, muchos seropositivos se vean con la cara muy delgada], casi no hay efectos visibles, por eso muchos infectados viven en el closet y nadie sabe que tienen el virus”, cuenta López: “El estigma se produce a veces cuando lo cuentas en el trabajo, por ejemplo para que tu jefe sepa que puedes ponerte enfermo más días por tener las defensas bajas. A veces en la hostelería y la restauración se ven casos de gente que es despedida porque existe falta de conocimientos sobre la enfermedad, y sus empleadores creen que no deben manipular alimentos”.

El VIH ya no es la epidemia mortal que en los años 80 atemorizaba a Europa, pero la sociedad va en muchos aspectos por detrás de la medicina. “No se han cambiado normas que quedaron desfasadas. Por ejemplo, con VIH no te permiten tener una licencia de taxi, ni ser cirujano o policía. Son prohibiciones que con los tratamientos actuales no tienen sentido”, opina López.

El auténtico problema de España son los casos sin diagnosticar. Hasta un tercio de los enfermos con el virus desconoce que está infectado, frente a Estados Unidos o Reino Unido, donde este porcentaje baja al 13 %. Según la Coordinadora Estatal del VIH y sida (Cesida), el 48% de los casos se detectan tardíamente, favoreciendo nuevos contagios en un 60 % de los 3 mil 500 casos nuevos registrados cada año. Muchos expertos plantean que la prueba del VIH debería de ser generalizada. Ahora sólo es sistemática en embarazadas y donantes de sangre.

Los jóvenes de 25 años representan sólo el 10% de los nuevos casos y la edad media del diagnóstico está en los 37 años. La transmisión en hombres que mantienen relaciones sexuales con otros hombres sigue siendo la más frecuente, con un 54 % de los nuevos casos. La transmisión heterosexual supone el 25%.

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