Solicitantes de asilo en Estados Unidos están sufriendo condiciones horribles en una prisión federal de Oregon, que al parecer llevaron a una persona a intentar suicidarse, dijeron ayer defensores públicos federales.
Señalaron que unas 120 personas están apiñadas en celdas sucias, diminutas, con inodoros expuestos y reciben raciones pequeñas de comida que los dejan hambrientos. Leland Baxter-Neal, de la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) de Oregon, dijo que ese enorme sufrimiento humano es resultado de la decisión del gobierno de Donald Trump de encarcelar a los solicitantes de asilo en la prisión en Sheridan. La defensora pública Lisa Hay dijo en una carta al alcalde de la prisión y a un alto funcionario de la Agencia de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) que se enteraron de un intento de suicidio de un detenido. William Teesdale, principal investigador de la oficina del defensor público federal en el estado, dijo que los detenidos duermen en celdas con literas triples y son cacheados desnudos delante de otros detenidos. El pasado miércoles, la defensoría pública del estado presentó cinco peticiones de habeas corpus a nombre de personas retenidas en Sheridan, solicitando a un juez federal que libere a los solicitantes de asilo.
Las peticiones, difundidas por medios locales, incluyen dramáticos testimonios de los detenidos. “Me siento mal. Estoy deprimido. He pensado en quitarme la vida porque nunca antes había estado encerrado”, señaló uno de ellos, identificado como el Detenido No. 3. Añadió: “Hay otras tres personas en mi celda. Tenemos que soportar el mal olor porque la celda es pequeña y el baño está junto a mi cama. Nos dan nuestros alimentos y tenemos que comer ahí, junto al baño”. Teesdale señaló que “hay detenidos que reportaron problemas del corazón, o una herida de bala, o una pierna rota, o reacciones alérgicas”, y que la comunicación con los guardias se complica “porque no pueden hablar adecuadamente en inglés”. Otro de los detenidos señaló que “algunas veces lloraba, pero nadie escuchaba. Nos estamos volviendo locos por la forma en que nos tienen encerrados. Algunas veces siento que me muero. Siento que todo terminó y que debería suicidarme. He perdido toda esperanza de salir de aquí”. Un portavoz de ICE dijo que la agencia no puede comentar.
Ayer mismo se informó que Johan Bueso Montecinos, un bebé de 15 meses que se volvió símbolo de la política de separación de familias migrantes del gobierno de Donald Trump, se reunió con sus padres en Honduras. Johan llegó en avión a San Pedro Sula, pero en un principio no reconoció a sus padres. Luego de un rato, Rolando, el padre, se lo ganó jugando pelota. Agentes de la Patrulla Fronteriza capturaron a Rolando y Johan al cruzar la frontera. El papá fue deportado y el pequeño de 10 meses permaneció en un albergue en Arizona.
A principios de julio, Johan compareció ante un juez migratorio. El reporte de ese hecho causó indignación internacional. Abogados del gobierno informaron que hasta ayer habían sido reunificados 450 niños migrantes de entre cinco y 17 años con sus familias. El juez Dana Sabraw elogió el “impresionante esfuerzo”.